«Tenemos muy presente que la paz, además de ser tarea de todos, es un don de Dios, que hay que pedir insistentemente», han subrayado los obispos en un comunicado hecho público el pasado 17 de mayo, dos días antes de concluir su estancia en el país sudamericano.

El objetivo de la visita, patrocinada por el Consejo Pontificio Cor Unum, «ha sido conocer más de cerca la situación de la Iglesia y del pueblo de Colombia en el momento actual, expresar nuestra solidaridad y cercanía con los pastores y el pueblo de Colombia y reforzar nuestro compromiso de mutua ayuda, afecto y oración en la actual coyuntura por la que atraviesa el querido pueblo colombiano», aseguran los prelados en la nota.

Los obispos, que han permanecido en el país del 12 al 19 de mayo, aseguran que la acogida ha sido «grata en todo momento», y han alabado «el inconmensurable servicio que la Iglesia en todos sus niveles desde sus pastores hasta las organizaciones diocesanas y parroquiales está prestando al Pueblo de Colombia, especialmente a las personas que sufren las consecuencias de pobreza, injusticia, la violencia y la inseguridad».

Finalmente, los prelados han mostrado su firme respaldo a «la declaración del presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia expresada en su carta a los medios de comunicación el 29 de noviembre de 2002», en la que manifestaba que «la Iglesia católica en Colombia es partidaria de la solución política negociada del conflicto armado» y en la que reivindicaba su condición de «autónoma e imparcial».