KIBEHO, 3 junio 2003 (ZENIT.org–Fides).- El cardenal Crescenzio Sepe manifestó el sábado pasado su esperanza de que el nuevo santuario de Kibeho se transforme en un lugar en el que nazca un pueblo ruandés renovado en la fe y en el perdón.
El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en el contexto de su reciente visita pastoral a Ruanda, consagró el santuario mariano dedicado a Nuestra Señora de los Dolores en Kibeho, lugar de peregrinación nacional e internacional donde a partir de 1981 la Virgen María se apareció en diversas ocasiones.
«Os exhorto a orar con fervor –dijo el purpurado en su homilía– para que este santuario pueda transformarse en el lugar del que surgirá un pueblo ruandés renovado en la fe, ávido del amor por su Dios, decidido a olvidar el triste pasado de la guerra fratricida, cuyos signos terribles se ven en todas partes y, de manera especial, en este lugar».
Todos los obispos ruandeses estuvieron presentes en la celebración eucarística, así como el nuncio apostólico –el arzobispo Salvatore Pennacchio–, autoridades civiles, numerosos sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral.
Según el relato de los videntes, la Virgen se apareció en este lugar y se presentó en lengua local como «Nyina wa Jambo» –«Madre del Verbo»–, invitando a la conversión, a la oración y al ayuno.
En una sola ocasión mostró imágenes impactantes: un río de sangre, personas que se daban muerte unas a otras y cadáveres abandonados sin nadie que los enterrara. En los años siguientes, la terrible visión se relacionó con el genocidio que convulsionó Ruanda entre 1994 y 1995 y especialmente Kibeho fue uno de los escenarios más sangrientos.
«El sacrificio de miles de personas asesinadas en la vieja iglesia y a su alrededor grita con fuerza hacia todos nosotros –continuó el cardenal Sepe– y nos invita a encaminarnos por una nueva vía, por el camino de la paz, del perdón recíproco de los daños causados y por la vía de la reconciliación».
«El verdadero pueblo de Dios –añadió– no puede alimentar sentimientos de odio, de división, de venganzas, de desprecio, que son ajenos a Dios y a su amor».
El prefecto del dicasterio misionero recordó el mandamiento del Amor que dejó Jesús a sus discípulos, llamando a los ruandeses a acoger a Dios en su corazón: «Desde la morada de vuestro corazón, Él desea santificar vuestra vida, bendecir vuestras familias, inspiraros en la consecución del bien común, difundir en medio de este pueblo los valores evangélicos sobre los que se pueda construir una vida social, humana y religiosa digna de Su Nombre».
Finalmente, el cardenal Sepe recordó las numerosas peregrinaciones que llegan al santuario desde distintos países africanos y las conversiones de cuantos redescubren la fe perdida.
«Cada peregrino que viene a Kibeho, reconciliado con Dios y con los hombres, debe transformarse en constructor de la nueva humanidad, constructor del nuevo pueblo ruandés, cada vez más fiel a Dios», concluyó.