ZADAR, 9 junio 2003 (ZENIT.org).- Con la invitación a ser «testigos creíbles y apóstoles generosos», Juan Pablo II se despidió este lunes de Croacia, durante la celebración de una Liturgia de la Palabra en el Foro de Zadar.
«Gracias pueblo croata que me has acogido con el corazón y los brazos abiertos», afirmó el Papa al despedirse al final del encuentro en el que participaron unas 50.000 personas bajo un sol abrasador.
«Conozco vuestro sufrimiento, causado por la guerra todavía visible en vuestros rostros –añadió al final del encuentro–. Conozco también vuestra fuerza, vuestro valor y vuestra esperanza. Estoy seguro de que el futuro será mejor».
En esta ciudad de Dalmacia de extraordinario patrimonio histórico, el Papa recibió una despedida multicolor, en la que quiso destacar de manera particular el papel de la Virgen, en el lunes de Pentecostés, día en el que se celebra la fiesta de María, Madre de la Iglesia.
El pontífice alentó el nacimiento de las «diferentes formas de compromiso y apostolado de los laicos» en Croacia y les pidió «ser testigos creíbles y apóstoles generosos, ofreciendo vuestra contribución a la gran obra de la nueva evangelización».
«Y recordad siempre que el auténtico apostolado exige como condición previa el encuentro personal con Jesús», añadió.
«María Santísima sigue siendo modelo para cuantos escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica», explicó.
«Los pobres y los humildes de todos los tiempos no se han equivocado al hacer de María, en el silencio, su portavoz; y, en el servicio, su reina», afirmó.
El Papa concluyó con una oración en la que pide a María que ayude a los cristianos «a testimoniar en toda circunstancia la fecundidad del amor y el sentido auténtico de la vida» y les enseñe a edificar con Ella «el reino de tu Hijo, reino de justicia, de amor y de paz».
Tras la celebración de la Palabra, el Papa se dirigió al aeropuerto de Zadar, donde se despidieron de él el presidente de la República Stipe Mesic, así como las autoridades civiles, políticas y religiosas de Croacia.
Miles de personas se reunieron lo largo de los 15 kilómetros que separan el aeropuerto de la ciudad, desafiando la altas temperaturas, agitando banderas croatas y vaticanas, para decir adiós al pontífice, que concluía su viaje internacional número cien.
Juan Pablo II soportó el calor y el cansancio de los cinco días de viaje, en los que se ha desplazado en avión en siete ocasiones y ha recorrido unos cien kilómetros en automóvil, con buen espíritu, sin dejar de sonreír y saludar con la mano a los que encontraba por su camino.
El pontífice regresará a los Balcanes el 22 de junio para visitar Banja Luka, ciudad de la República Srpska (RS), entidad de mayoría serbia en la república de Bosnia-Herzegovina.