Indignación en Roma por la incitación de un imán a la guerra santa

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Experto católico en Islam: «No se trata de una cuestión de libertad religiosa»

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ROMA, 13 junio 2003 (ZENIT.orgFides).- El padre Justo Lacunza Balda, presidente del Pontificio Institutos de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI) ha calificado de «locura» la incitación a la guerra vertida desde la Gran Mezquita de Roma el 6 de junio, un hecho que constituye un «problema de orden público que el gobierno deberá afrontar».

El viernes pasado, el imán Abdel-Samie Mahmoud Ibrahim Moussa invitó a «destruir a los enemigos del Islam y a asegurar en todo lugar del mundo la victoria de la nación del Islam», recuerda el sacerdote. El diario italiano «La Repubblica» dio noticia del discurso al día siguiente.

Según el padre Lacunza, uno de los mayores expertos católicos de Islam en el mundo, la utilización de espacios institucionales –ya sean iglesias, mezquitas o plazas– «para incitar a la violencia y a la guerra es inadmisible en un país civil y democrático».

«No se puede dar cabida a quien ensalza el odio e invita a los demás a matar. Es una auténtica locura», afirmó el padre Lacunza, preocupado por el cariz que puede tomar la situación. «El suceso del viernes no es un incidente cualquiera: es un hecho gravísimo, inadmisible en una sociedad democrática», observó.

«La libertad religiosa no tiene que ver aquí –añadió el estudioso–. Hay que afirmar con claridad que la propia Constitución italiana no permite exhortar públicamente a la violencia y al odio contra enemigos fantasmales, de los que, entre otras cosas, no se indica la identidad».

En opinión del presidente del PISAI, el suceso platea el serio problema de las relaciones entre culturas y religiones en Italia, «una cuestión que afecta a la misma convivencia civil en el país».

«La invitación a la “yihad” perjudica a la propia comunidad islámica italiana, porque alimenta la cultura de la intolerancia, favorece la sospecha y el rechazo hacia los musulmanes –advirtió–. Me pregunto: ¿también yo, que he dedicado treinta años de mi vida al estudio de los textos islámicos, soy considerado tal vez un enemigo del Islam?».

El padre Lacunza no ocultó su sorpresa por el cambio de planteamientos que ha experimentado la Gran Mezquita de Roma, donde el anterior imán –Mahmoud Hammad Sheweita–, entre los pocos que condenó el atentado del 11 de septiembre de 2001, era conocido por la tolerancia, apertura y diálogo y participaba a menudo en encuentros interreligiosos.

Igualmente, el presidente del PISAI planteó el problema del nombramiento de los imanes en el Centro Cultural Islámico Italiano (de la mezquita de Roma) y de la gestión de la comunidad islámica en Italia, donde tienen peso Arabia Saudita, Marruecos y la Universidad de Al Azhar de El Cairo.

Por su parte, Shaykh ‘Abd al Wahid Pallavicini –presidente de la COREIS (Comunidad Religiosa Islámica italiana) en Milán– ha manifestado su distancia de las violentas palabras del imán Moussa. En su opinión, estas desviaciones proceden del Islam inmigrante en Italia y no forman parte del Islam italiano autóctono.

De acuerdo con Pallavicini –representante oficial del Islam en el encuentro interreligioso de Asís en 1986, es el encargado de la Mezquita de Roma ante el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso–, la COREIS propone un Islam «plenamente compatible con la sociedad y con el ordenamiento jurídico italiano».

Además, añade, «contempla favorablemente el “pacto con el Islam” propuesto por el ministro del Interior “en el rechazo de toda forma de exclusivismo confesional, hegemonía ideológica de corte islamista o sujeción a corrientes políticas de Estados extranjeros”».

Para monseñor Elio Bromuri, experto en diálogo interreligioso y ecuménico, «en este período histórico cargado de tensiones y preocupaciones, las palabras del imán Moussa en la Gran Mezquita de Roma han resonado como una alarma, reforzando la sospecha de que él represente no una franja de extremistas, sino un sentimiento difundido y profundo».

«Es justo que el que incite a la violencia sea sometido a medidas de defensa por parte de las autoridades civiles», afirmó monseñor Bromuri, cuya declaración recoge este viernes la agencia «Sir».

En su opinión, las palabras del imán Moussa contradicen a la propia fe islámica y provocan «una mezcla explosiva en masas de personas frustradas e inquietas por la conocida situación de conflicto que afecta a muchos países islámicos y especialmente a los territorios de Palestina».

«En estos momentos delicados y decisivos no queda sino repetir con mayor intensidad las palabras conclusivas del Papa en el encuentro de Asís –24 de enero de 2002–: “En nombre de Dios, que toda religión traiga justicia y paz, perdón y vida, ¡amor!”», concluyó.

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ZENIT Staff

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