–Muchos ciudadanos del obispado de Vic se están preguntando de dónde viene el nuevo obispo…
–Monseñor Casanova: Nací en el Delta del Ebro, vengo de las tierras del Ebro, del sur de Cataluña, en concreto de la diócesis de Tortosa, y voy hacia el norte de Cataluña a predicar el Evangelio y a compartir la fe con los cristianos de allí. Soy rector de dos parroquias, Flix i Ribaroja d’Ebre.
–Desde su ordenación sacerdotal, celebrada el año 1981, ¿cómo ha concretado su trabajo pastoral?
–Monseñor Casanova: He trabajado durante cuatro años como formador y profesor del Colegio Diocesano de la Inmaculada, que está ubicado en el mismo edificio del seminario. He sido director espiritual del mismo seminario diocesano de Tortosa. También rector de parroquias del Priorat y la Ribera d’Ebre, después de ayudar en las parroquias de Sant Blai y de Jesús, en Tortosa.
–¿Cuáles son sus prioridades, en el servicio a la Iglesia en Catalunya? ¿Cuáles cree que son sus necesidades?
–Monseñor Casanova: Creo que es urgente fomentar las vocaciones sacerdotales. El clero de la diócesis de Vic tiene una edad media muy alta. De hecho los sacerdotes de mi edad (46 años) o más jóvenes apenas llegan a una docena. Es un reto ligado a otras necesidades, como la de llevar el Evangelio a las familias, los jóvenes, … ¡a todos! Y también conseguir que los cristianos vivan intensamente su fe. A partir de ahí ya irán surgiendo las vocaciones también.
–Usted, el obispo más joven de la Conferencia Episcopal Española releva en la diócesis de Vic al obispo de mayor edad.
–Monseñor Casanova: Sí, monseñor Josep Maria Guix ha cumplido bien su misión en la iglesia y yo lo intentaré también, continuaré su obra y realizaré también la mía. Conozco algunas parroquias de Vic donde he estado de paso, pero ahora tengo ganas de conocer a la gente, sus costumbres, la realidad de la diócesis profundamente. Es un gran reto. Para mí supone un cambio porque soy un rector de parroquia y ahora me convierto en obispo. Al conocer mi nombramiento me asusté un poco porque realmente es un gran trabajo, pero el Señor me lo ha encomendado por medio de la Iglesia. Confío en la gracia de Dios, que nunca me dejará.
