CIUDAD DEL VATICANO, 20 junio 2003 (ZENIT.org).- Tras la guerra en Irak se confirma el «papel fundamental» de las Naciones Unidas para garantizar el respeto del derecho internacional, afirma la Santa Sede en una carta enviada al secretario general de esa institución, Kofi Annan.
La misiva, enviada en nombre de Juan Pablo II por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, subraya «la necesidad de una autoridad internacional e independiente», capaz de orientar «a toda la familia humana hacia la paz en el respeto del derecho».
«La reciente crisis iraquí ha llamado la atención sobre la necesidad de un mayor compromiso en la aplicación de los principios establecidos por la Carta de las Naciones Unidas para evitar acciones unilaterales que podrían llevar a debilitar el derecho internacional y los acuerdos existentes», asegura el cardenal Sodano.
La carta, publicada este viernes por la Sala de Prensa de la Santa Sede y fechada el 5 de junio pasado, comienza citando la Resolución 1483 (2003) del Consejo de Seguridad, relativa a la reconstrucción de las instituciones y de la economía en Irak.
Según el brazo derecho del Papa en la guía de la Santa Sede, ese acuerdo, tras las divisiones provocadas por la intervención en el seno de la comunidad internacional, «puede considerarse como el principio de la confirmación de la validez de la misión de la Organización de las Naciones Unidas, como se estipula en la Carta de 1945».
Tras revelar que escribe la carta porque el Santo Padre le ha pedido subrayar el «papel fundamental de la Organización de las Naciones Unidas en este momento actual», el cardenal Sodano recuerda los numerosos pronunciamientos pontificios que constatan «la necesidad de una autoridad internacional e independiente».
Esta institución, aclara, debería ser «capaz de actuar no solamente como mediadora en los posibles conflictos sino también como guía de toda la humanidad, orientando a toda la familia humana hacia la paz en el respeto del derecho».
Para respaldar su posición cita en primer lugar la encíclica «Pacem in Terris» (11 de abril de 1963) de Juan XXIII en la que se afirma «claramente que el orden social requiere el establecimiento de una autoridad universal pública».
Luego menciona la intervención de Juan Pablo II ante la asamblea general de la ONU, el 5 de octubre de 1995, donde «expresó la esperanza de que la Organización de las Naciones Unidas se convierta en un centro moral en el que todas las naciones del mundo se sientan como en su casa».
«La Santa Sede está convencida de que la Organización de las Naciones Unidas podrá fomentar formas de cooperación más eficaces y concertadas que permitan a los líderes mundiales a unirse para combatir las situaciones de injusticia y opresión que desembocan en la hostilidad entre los pueblos», desea la misiva.
Por último, el cardenal Sodano agradece el compromiso demostrado por Kofi Annan para «promover la paz internacional, el diálogo y la cooperación».