NUEVA YORK, 21 de junio de 2003 (ZENIT.org).- Gobiernos estatales a lo largo de Estados Unidos están impulsando el juego de azar para evitar la quiebra económica. Los estados ya recaudan cerca de 20.000 millones de dólares al año gracias a las loterías y casinos, más del 4% del total de los ingresos, informaba el New York Times el 18 de mayo.
Desde que se facilitaran leyes sobre el juego en 1991, la cantidad jugada se ha elevado súbitamente de 27.000 millones de dólares a 68.000 millones, afirmaba el periódico. Los americanos gastan actualmente más en el juego que en películas, vídeos y DVDs, música y libros juntos.
En mayo, el gobernador de Nueva York, George Pataki, propuso añadir 4.500 videoterminales de lotería en tres ciudades. Esta forma de juego, comentaba Don Phares, economista de la Universidad de Missouri-San Luis, no da casi ningún beneficio a nadie si no es a sus propietarios y a los estados. Además, los expertos en adicción al juego afirman que los videoterminales son especialmente peligrosos puesto que ofrecen a los jugadores un juego muy rápido y altamente estimulante.
El senado de Massachussets está también considerando la posibilidad de invertir en el juego. En un comentario del 1 de junio para el Boston Globe, Stephen Crosby, hasta hace poco secretario de administración y finanzas en Massachussets, explicaba porqué a los estados les gustan tanto los jugadores.
En el ejercicio económico 2002, observaba, los ciudadanos de Massachussets gastaron cerca de 4.000 millones de dólares en lotería, es decir, 658 dólares por cada hombre, mujer y niño del estado. Esto se puede comparar con la media per capita nacional de 150 dólares. Cuando comenzó la lotería estatal en 1972, indicaba Crosby, el 45% de las ganancias se ofrecían en premios. Esta cifra ha ido deslizándose desde entonces hasta el 21%. Los legisladores estatales están ahora considerando introducir casinos y máquinas tragaperras para subir incluso más estas ganancias.
Ahora bien, afirmaba Crosby, el juego «en estos momentos se organiza de tal manera que quita una extraordinaria cantidad de dinero de gente –que probablemente no se lo puede permitir– y se devuelve en un porcentaje reducido a dicha gente en forma de ayuda local –que es la contribución más baja para fines públicos de cualquier lotería del país–».
No es una panacea
En Nueva Jersey, mayo marcó el 25 aniversario de la apertura del primer casino del estado. En 1978, sólo el estado de Nevada tenía casinos. Ahora, más de 25 estados tienen alguna forma de juego de azar en casinos, observaba el 12 de mayo Associated Press.
Los casinos han traído a Nueva Jersey 7.000 millones de dólares en inversiones de capital, han creado más de 45.000 puestos de trabajo y han elevado los ingresos del estado. Pero no han sido una panacea. De hecho, el desempleo en las zonas de alrededor de los casinos alcanzaba una media del 11,4% el año pasado, muy por encima de la media del estado del 5,4%.
Aún peor, el número de robos de bolsos, asaltos, violaciones, robos y asesinatos se elevó repentinamente después de que se abrieran los casinos. Las estadísticas del FBI muestran que el porcentaje de crímenes por 1.000 residentes subió desde el 134,3 en 1978 hasta un pico del 450,3 en 1988, afirmaba AP.
Sin embargo, el medio oeste ha seguido con entusiasmo a la costa este en el tema del juego, informaba el Chicago Tribune el 9 de marzo. Enfrentado a un déficit presupuestario que se prevé alcance los 3.200 millones de dólares, el gobernador de Wisconsin, Jim Doyle, ha renegociado un contrato de juego con las tribus indias, que traerá al tesoro del estado una suma adicional de 237 millones de dólares en los próximos dos años. En contrapartida, la tribu Potawatomi recibirá el visto bueno para el juego de 24 horas, un número ilimitado de máquinas tragaperras y el compromiso de que no tener competencia en el juego en el sureste de Wisconsin.
Este año 37 estados han introducido legislación para ampliar el juego, informaba el Tribune. Los casinos han subido a 3.600 millones de dólares en ganancias por impuestos para el estado y los gobiernos locales en el año 2001. Un ejemplo significativo es Detroit, Michigan, donde tres casinos contribuyen con un tercio de todos los ingresos anuales en impuestos de la ciudad. No menos de la mitad de las ganancias de la nación provenientes de casinos recogidas en el 2001 vinieron de Illinois, Indiana, Iowa, Michigan y Missouri.
En el Oeste, California también está intentando aumentar su parte en las ganancias de los casinos, informaba el 16 de febrero Los Angeles Times. Teniendo que hacer frente a un déficit presupuestario multimillonario, el gobernador Gray Davis quiere que las tribus indias entreguen más de 1.500 millones de dólares en ganancias de sus casinos.
Los Angeles Times criticaba fuertemente, en su reportaje a fondo, la falta de control de los casinos tribales por parte de las autoridades estatales. El artículo sugería que las tribus tenían mano libre por sus contribuciones a las campañas políticas. Bill Lockyer, fiscal general de California, recibió 446.700 dólares en los dos pasados años para su campaña. El gobernador Davis recibió 978.000 dólares.
Otros países siguen el juego
En Canadá también subieron las ganancias gubernamentales del juego. Las estadísticas oficiales de Canadá informan que las loterías, los casinos y las terminales de vídeo lotería operadas por el gobierno han generado 11.300 millones de dólares canadienses (4.400 millones de dólares) de beneficios, un 253% de aumento con respecto a 10 años antes, informaba el 22 de abril el Globe and Mail.
Algunos investigadores de Statistics Canada también descubrieron que los hogares más pobres gastan en el juego proporcionalmente una parte mayor de sus ingresos. Casi el 60% de los hogares con ingresos por debajo de los 20.000 dólares canadienses (14.700 dólares) informaban haber jugado el año anterior, apostando como media 357 dólares (260 dólares) al año. En cuanto a los hogares que ganaron más de 80.000 dólares, más de tres cuartas partes jugaron, moviendo una media de 642 dólares canadienses cada uno (470 dólares). Cada adulto jugó, de media, 447 dólares canadienses (329 dólares) en el 2002. Hace una década, la media per capita era sólo de cerca de 130 dólares (95 dólares).
Italia también ha vivido un agudo aumento del juego. El país ahora suma el 9% de todo el dinero gastado en el juego en todo el mundo, informaba el 23 de febrero el periódico católico Avvenire. Un experto citado por el periódico estimaba que los italianos en el 2003 apostarán cerca de 30.000 millones de euros (35.200 millones de dólares). Algunas estimaciones dicen que Italia tiene medio millón de adictos al juego.
Gran Bretaña, por su parte, está animando la apertura de más casinos. Richard Caborn, ministro de deportes, en una entrevista publicada el 7 de junio en el Financial Times, afirmaba que el parlamento pronto cambiará las leyes que rigen los casinos. Los cambios propuestos contemplan una forma de casinos al estilo Las Vegas. Asimismo, los operadores de casinos y bingos podrán instalar un gran número de máquinas tragaperras.
MGM Mirage, la compañía de casinos más grande del mundo, ya ha adquirido su primera licencia en el Reino Unido, anticipándose a los cambios. La compañía planea gastar cientos de millones de libras en establecerse como una fuerza dominante al construir pequeñas versiones de sus casinos de Las Vegas.
El banco de inversiones CIBC estima que la desregulación del juego generará entre 500 y 800 millones de libras (de 823 a 1.300 millones de dólares) de aumento en los ingresos por impuestos para las arcas del gobierno.
Otro país donde es fuerte el juego es Australia. Los jugadores perdieron 13.840 millones de dólares australianos (9.100 millones de dólares) en el año que ter
minaba el 30 de junio de 2001. Esto suma 944 dólares (621 dólares) por adulto – se ha multiplicado por diez desde 1975-76, informaba el 9 de mayo el periódico The Australian. El periódico citaba para las cifras al Australian Bureau of Statistics.
Datos recientes muestran que es el pobre el que más sufre por el juego. La gente de la zona menos favorecida de Sydney, por ejemplo, gasta cerca de 2.000 dólares al año en máquinas de póquer –más del doble de la media del estado, informaba el 3 de junio el Sydney Morning Herald. Los residentes de Fairfield gastan el 6,4% de sus ingresos brutos en las máquinas, contra el 2,6% de la media del estado.
En el estado de Victoria, el gobierno recibe cerca de 900 millones de dólares australianos (592 millones de dólares) en ingresos de las máquinas de póquer, informaba el periódico Age el 9 de junio. El artículo criticaba a las autoridades estatales por usar el juego para subir los ingresos: «La función del estado se ha pervertido completamente cuando tiene que depender de personas que se hacen daño a sí mismas y a sus familias».
Este es un riesgo con el que muchos gobiernos están contentos de convivir.