El primer ataque se registró en la noche del sábado al domingo pasado. Unos desconocidos rociaron con gasolina las puertas del edificio del obispado de Valparaíso, que alberga las oficinas del organismo y la residencia del obispo, Gonzalo Duarte García de Cortázar. Afortunadamente el fuego no se propagó.
El domingo pasado, la policía detuvo a tres universitarios que rociaban con gasolina las puertas del lado izquierdo de la fachada principal de la Catedral. Aparentemente también habían sido forzadas.
Manifestando su profundo pesar por estos hechos, el obispado de Valparaíso hace un llamamiento a la comunidad «a reflexionar detenidamente sobre los hechos de violencia que se están dando en nuestro país».
En la declaración difundida el lunes pasado, se invita igualmente a una labor común para «construir una nación en paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad».
«El señor obispo ha pedido al capellán de la cárcel que visite a los universitarios detenidos y les preste la ayuda espiritual que necesiten», añade el comunicado.
Además, el obispado expresa su reconocimiento por la Universidad de Valparaíso y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, cuyo prestigio considera que «en nada se ve afectado por esta acción de unos alumnos suyos».
Asimismo, en el texto se agradece públicamente la rápida intervención de las autoridades en estos sucesos y la preocupación del gobernador de Valparaíso, Iván de la Maza, quien también ha anunciado la presentación de una querella.