SAN SEBASTIÁN, 9 septiembre 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Monseñor Juan María Uriarte, obispo de San Sebastián se refirió este lunes en la Basílica de Santa María de San Sebastián, al suicidio juvenil, los accidentes de tráfico, los accidentes laborales, los maltratos inferidos a las mujeres, los inmigrantes que pierden su vida al cruzar el Estrecho de Gibraltar, el terrorismo y el aborto, como «formas de morir y de matar».

El prelado las contrapuso con la Fiesta de la Natividad de María, que celebraba la liturgia, «el día de la vida», pues «una niña que traerá a este mundo al Autor mismo de la Vida, merece que su nacimiento sea saludado como fiesta de la vida».

Monseñor Uriarte se mostró sorprendido por «la frecuencia y la variedad de formas de destrucción humana vigentes en el mundo» y se preguntó: «¿Cómo puede un ser humano, hecho para vivir y dar vida, procurarse tan fácilmente la muerte para sí y sus semejantes? ¿Cómo puede una sociedad que, con el avance de la ciencia ha ido arrumbando innumerables formas de muerte, encontrar tantos caminos frívolos, absurdos, inmorales, delictivos de morir y de matar?».

Con datos muy concretos, el obispo hizo una reflexión sobre cada una de estas tragedias. 197 suicidios comprobados Guipúzcoa durante el 2002, llevaron al obispo a preguntarse «¿cuál es la dolencia desesperada de estos muchachos? ¿La soledad, la escasa capacidad de soportar los contratiempos, el miedo a no poder abrirse paso en esta vida cruelmente competitiva, la pérdida de un sentido estimulador y motivador de la existencia, la falta de fe en Dios? En una edad de vida pujante y en una sociedad de la abundancia».

El obispo se refirió también a «los accidentes de tráfico como la causa más frecuente de la mortalidad juvenil» y se preguntó: «¿Qué podemos hacer los padres, los educadores, los gobernantes, las fuerzas de seguridad, la Iglesia, para evitar esta hemorragia de vidas humanas?».

Monseñor Uriarte pidió también «extremar las medidas de seguridad y aquilatar el adiestramiento y el cuidado de los trabajadores» para evitar los accidentes laborales.

El obispo se refirió a «los maltratos inferidos a la mujer» como «una práctica vergonzosa» que «subsiste en todas las capas sociales y en los países de mayor bienestar»

Respecto al paso del Estrecho de Gibraltar que muchos inmigrantes intentan constantemente arriesgando sus vidas dijo que «es una sonrojante pesadilla para toda persona de bien».

«¡Innumerables africanos que fascinados por el "paraíso europeo" vienen huyendo de la miseria ven aniquilada su esperanza y su vida por una muerte terrible. ¿Por qué no alumbrar una ley de inmigración más humana? ¿Cómo promover unas condiciones de vida más llevaderas en su lugar de origen? ¿Cómo controlar las "mafias" que explotan a estos buscadores de ilusiones y juegan con su seguridad vital?», se interrogó monseñor Uriarte.

Finalmente, el obispo de San Sebastián reservó el final de su alocución para hablar de las víctimas del terrorismo y el aborto.

Sobre las primeras, monseñor Uriarte dijo «desde enero de 2000 hasta el presente han sido 8 las personas que han caído bajo la implacable inhumanidad de ETA. Son ya más de 800 las víctimas de sus terribles atentados. Por enésima vez tenemos que decir que ninguna causa del mundo justifica un solo asesinato».

«La vida humana participa del absoluto de Dios mismo. Quien la subordina a otros objetivos, por legítimos que puedan ser, incurre en una actitud idolátrica ante ellos», añadió.

El prelado dijo que «las recientes agresiones a la sede del PSE en Rentería y al domicilio de un senador del Partido Popular en San Sebastián» merecen la reprobación ética de la conciencia cristiana.

Sobre el crimen del aborto dijo que «no debemos silenciar otra forma gravemente inmoral de destruir la vida humana».

Monseñor Uriarte dio datos precisos: 13.708 abortos durante los últimos 10 años en la Comunidad autonómica, años en los que también se han duplicado los abortos practicados a menores de 18 años.

«No somos insensibles a los dramas existentes tras estos embarazos. Queremos y debemos ofrecer nuestro apoyo a todas las jóvenes y mujeres tentadas por el aborto», dijo. Pero añadió que «no podemos los cristianos difuminar la nítida y firme doctrina moral de la Iglesia».

Citando palabras de Juan Pablo II, monseñor Juan María Uriarte dijo: «ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito».

Para que «nuestro canto a la vida sea realista», el obispo de San Sebastián consideró necesario «evocar algunas maneras de morir y de matar que conservan triste actualidad en nuestros días. Son muy distintas su naturaleza y su gravedad; pero todas ellas son pecado contra la vida».