El Papa fue a confirmar en la fidelidad a la nueva Eslovaquia; asegura

Hace un balance de su visita en la audiencia general

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CIUDAD DEL VATICANO, 17 septiembre 2003 (ZENIT.org).- En momentos en que Eslovaquia se prepara para entrar en la Unión Europea, Juan Pablo II visitó el país la semana pasada para confirmar su fidelidad a Cristo, según explicó el mismo este miércoles.

El pontífice, como es costumbre tras sus viajes apostólicos, aprovechó la semanal audiencia general para recordar y hacer un balance de su visita internacional número 102, que se celebró del 11 al 14 de septiembre, en la que visitó las ciudades de Bratislava, Trnava, Banska Bystrica, y Roznava.

«Fiel a Cristo y a la Iglesia: así se presenta Eslovaquia en su historia –reconoció ante unos doce mil peregrinos reunidos en una soleada mañana en la plaza de San Pedro del Vaticano–. Con mi visita personal, he podido confirmarla en esta fidelidad, mientras se encamina con confianza hacia el porvenir».

La evidente fragilidad física que demostraba el Papa –tras el viaje, este martes ya se había sometido a un maratón de audiencias privadas– no le impidió resumir su intervención en francés, inglés, alemán, español y portugués y saludó brevemente en sus diferentes idiomas a los peregrinos checos, eslovenos, húngaros, lituanos y polacos. En su discurso en italiano, sólo omitió la lectura de cuatro líneas de su discurso en italiano.

«Estoy seguro de que, al entrar en la Unión Europea, el pueblo eslovaco sabrá ofrecer a la construcción de Europa su válida contribución, también en el campo de los valores», siguió diciendo.

«Gracias a Dios, de hecho, posee un rico patrimonio espiritual que, a pesar de la dura persecución sufrida en el pasado, ha sabido conservar firmemente», insistió.

El Santo Padre repasó las diferentes etapas de su viaje que culminó el domingo pasado con la beatificación del obispo Vasil Hopko (1904-1976) y de sor Zdenka Schelingová (1916-1955), «víctimas de atroces persecuciones en los años cincuenta por parte del régimen comunista, testigos de la fe del siglo XX».

«Recuerdan que el pueblo eslovaco, en los momentos dramáticos del sufrimiento, encontró fuerza y esperanza en la Cruz de Cristo», afirmó.

El Papa concluyó recordando a Eslovaquia que el Evangelio es «el bien más precioso que debe ser anunciado y testimoniado con la santidad de vida».

El Papa que pasa estos días del final del verano boreal en Castel Gandolfo, desempeñando sus actividades ordinarias, hizo el trayecto de ida y de regreso al Vaticano en coche.

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ZENIT Staff

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