MADRID, 21 noviembre 2003 (ZENIT.org–Veritas).- El profesor Nikolaus Lobkowicz, director del Centro de Estudios de Europa Central y Oriental de la Universidad Católica alemana de Eichstätt, considera que la apertura al Este de la Unión Europea (UE) constituye una oportunidad con implicaciones incluso para el alma del viejo continente.
Reconocido como uno de los «mayores intelectuales europeos» vivos, Lobkowicz analizó «el significado y las perspectivas» de la ampliación de la Unión Europea hacia el Este, que tendrá lugar en mayo de 2004, en una conferencia pronunciada el jueves pasado en el Seminario conciliar de Madrid.
Lobkowicz se preguntó «si la ampliación hacia el Este contribuirá y en qué modo a que Europa recuerde su “alma”».
«En su consideración geográfica, Europa es poco más que una pequeña parte occidental del gran continente asiático; en el fondo sólo se puede comprender desde el punto de vista cultural y no la ha creado otra cosa que su tradición cristiana», constató.
El pensador cree que aunque los primeros años de la caída del comunismo hacían confiar en que «la Europa occidental volvería a encontrar su alma cristiana por influencia de estos países», de hecho «lamentablemente no ha sucedido».
Lobkowicz señala tres razones: la primera, «el espíritu de la riqueza barata del mundo occidental que inundó la Europa central y del Este y que sedujo a muchas personas a interpretar mal la nueva libertad y a buscar con ansia sólo un mayor bienestar material».
Por otra parte, según el profesor, «los cuarenta años del comunismo habían supuesto la desaparición de los valores» y la Iglesia sólo pudo durante esos años transmitir «en pequeña medida» «las perspectivas que habían caracterizado al Vaticano II».
No obstante, para este intelectual, la preocupación de fondo está en preguntarse si «la Iglesia se ha convertido en un fenómeno al margen de la sociedad» y si «la formación católica está ausente también entre los católicos».
«La ampliación hacia el Este no hará a Europa ni más ni menos cristiana –concluyó–. Pero probablemente Robert Schumann, uno de los padres de la Europa que ahora se une, tenía razón cuando dijo: “Europa será cristiana o desaparecerá”».