CIUDAD DEL VATICANO, 4 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Con una radical condena de la violencia terrorista y del antisemitismo, concluyó este miércoles en Jerusalén un encuentro del más alto nivel entre representantes judíos y de la Santa Sede.
Así se puede leer en el comunicado final de la tercera reunión de tres días que ha mantenido de la Comisión conjunta de la delegación del Rabino jefe de Israel para las relaciones con la Iglesia católica y de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con los Judíos.
En el comunicado final, firmado tanto por la delegación judía como por la católica, los participantes expresan «su profundo aprecio por los francos pronunciamientos emanados por la Santa Sede para condenar la violencia contra inocentes y para denunciar el resurgimiento actual de manifestaciones de antisemitismo».
En el momento en el que la Comisión judeocatólica se encontraba reunida, desde Roma, Juan Pablo II lanzó un llamamiento, que como reconocieron los representantes judíos también resonó en Jerusalén, en el que invitaba: «a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unir sus voces a la mía cuando repito que el santo nombre de Dios nunca debe utilizarse para incitar a la violencia o al terrorismo, para promover el odio o la exclusión».
«Como líderes religiosos compartimos la pena y el dolor de todos los que sufren en Tierra Santa hoy, individuos, familias y comunidades, y expresamos garantizamos nuestra ferviente esperanza oraciones por el final de los padecimientos y tribulaciones en esta tierra que es santa para todos nosotros», afirman los participantes.
«Pedimos a nuestras propias comunidades, escuelas y familias, que vivan en el mutuo respeto y entendimiento y que se sumerjan en el estudio y enseñanzas de la Sagrada Escritura, que compartimos, para ennoblecimiento de la humanidad, y para la paz y la justicia universales», concluye el documento.
En esta ocasión el tema afrontado en la reunión ha sido: «La relevancia de las enseñanzas centrales de las Sagradas Escrituras que compartimos para la sociedad contemporánea y para la educación de futuras generaciones».
La delegación judía estaba presidida por el rabino jefe Shear Yashuv Cohen, acompañado por otros cuatro rabinos, y dos expertos; la delegación católica estaba presidida por el cardenal argentino Jorge Cardinal Mejía, archivista y bibliotecario emérito de la Santa Iglesia Romana.