El Papa pide a los católicos iraquíes «unir fuerzas» con todos los creyentes

En la construcción de una sociedad «estable y libre»

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido a los católicos iraquíes que trabajen a favor de la concordia en su país, favoreciendo la construcción de una sociedad «estable y libre».

Así lo explicó el Santo Padre este miércoles en la tarde al recibir al Sínodo de los obispos de la Iglesia caldea, quienes acababa de elegir en el Vaticano a su nuevo patriarca, Su Beatitud Emmanuel III Delly.

«La concordia es sumamente necesaria al contemplar vuestra tierra, hoy más necesitada que nunca de verdadera paz y de tranquilidad en el orden», afirmó el Papa en el encuentro que mantuvo el Sínodo, que se compone de 22 obispos.

«Trabajad para «unir las fuerzas» de todos los creyentes en un respetuoso diálogo, que favorezca en todos los niveles la construcción de una sociedad estable y libre», añadió.

Ur de los Caldeos, la tierra de Abraham, que se encuentra en Irak, constituye el origen geográfico de la Iglesia caldea. La evangelización de esas tierras, según la tradición, se remonta a la predicación del apóstol santo Tomás.

«Participando en la savia vital que mana de Cristo, [la Iglesia caldea] debe seguir floreciendo, fiel a su propia identidad, dando frutos abundantes para el bien de todo el cuerpo eclesial», añadió el Santo Padre.

Para alcanzar el «pleno desarrollo de la vida eclesial», el obispo de Roma pidió a los obispos caldeos «unidad de propósitos».

En la carta con la que antes había pedido la «comunión eclesial» al Papa, el nuevo patriarca caldeo aseguraba la fidelidad de su Iglesia a Roma y prometía: «buscaré con la ayuda de Dios hacer lo posible por la unidad de la Iglesia en esta trágica situación en la que se encuentra Oriente Medio y, en particular, Irak».

De los más de 24 millones y medio que tiene Irak, país en su inmensa mayoría musulmán, el 3 por ciento son cristianos. Entre ellos, la confesión más numerosa es la Iglesia caldea, que en el mundo cuenta con unos 800.000 fieles, aunque miles de ellos se encuentran hoy en la diáspora a causa de los difíciles años que ha pasado el país.

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ZENIT Staff

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