LOS ANGELES, 15 diciembre 2003 (ZENIT.org–Avvenire).- El pasado 12 de diciembre, festividad de la Virgen de Guadalupe, una reliquia de la tilma de San Juan Diego –donde la Virgen dejó impresa su imagen– fue colocada en la catedral de Los Ángeles (California), al término de una peregrinación que partió de Denver el 30 de mayo y llegó a Nueva York el pasado día 7.
Se calcula que al menos 100.000 personas han venerado el fragmento de la imagen que Nuestra Señora entregó milagrosamente al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548) –canonizado por Juan Pablo II el 31 de julio de 2002–, a quien la Virgen se apareció el 12 de diciembre de 1531.
La colocación de la reliquia en la catedral de Los Ángeles, inaugurada hace 15 meses, coincidió con la fiesta de la Virgen de Guadalupe que el viernes pasado, en Ciudad de México, reunió a cerca de cinco millones de personas en el santuario del Tepeyac.
La reliquia fue donada por el santuario mexicano a la archidiócesis de Los Ángeles en 1941, al término de la visita que en octubre de ese año realizó el arzobispo John Cantwell a México por invitación del delegado apostólico.
El arzobispo aceptó la invitación con gran entusiasmo ante la oportunidad de consolidar las relaciones entre ambos países.
El 12 de octubre, el prelado estadounidense celebró una solemne Eucaristía en presencia de todo el cuerpo diplomático y de una delegación oficial del jefe del Estado mexicano.
Monseñor Cantwell habló entonces de las «tradiciones que habían hecho a México conocido y honrado» y de que «serían transmitidas en el futuro».
Tras su llegada a Los Ángeles, el entonces arzobispo primado de Ciudad de México, monseñor Luis María Martínez, obtuvo la aprobación del capítulo del santuario a la propuesta de donar una reliquia de la «tilma» de Juan Diego a la ciudad estadounidense.
La reliquia permaneció en el archivo de la archidiócesis de Los Ángeles hasta 1981, cuando por decisión del cardenal Timothy Manning fue trasladada al museo histórico.
El año pasado, tras la canonización del indio Juan Diego en Ciudad de México, se suscitó en Estados Unidos un fuerte interés por la reliquia.
Dos días atrás, una gran fiesta llevó a su colocación en la catedral de Los Ángeles. Cantos y bailes mexicanos precedieron la procesión solemne, seguida de la celebración eucarística en la que participaron cientos de fieles.