PARÍS, 18 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Los obispos católicos franceses, en respuesta a la propuesta formulada por el presidente de la República Jacques Chirac, han advertido que una ley no será la solución a todos los problemas que plantea el debate sobre la laicidad y apuestan por una auténtica educación en la convivencia.
El presidente francés se pronunció este jueves en un esperado discurso a favor de elaborar una ley que prohíba el uso de signos religiosos «ostensibles» en los centros escolares.
Chirac aceptó la mayoría de las recomendaciones formuladas la semana pasada por un grupo de expertos nombrado por él mismo, la «Comisión Stasi».
Pidió que sean prohibidos signos que «manifiesten ostensiblemente la pertenencia religiosa» –el velo islámico, la kippa judía o «una cruz de dimensión manifiestamente excesiva»–, mientras que, según el espíritu que propuso para la nueva ley, se aceptarían los signos discretos como una cruz, una estrella de David o una mano de Fátima.
El presidente francés, sin embargo, no acogió la sugerencia de la «Comisión Stasi» de instaurar dos días festivos, uno judío y otro musulmán, en el calendario escolar. Se limitó a pedir la facilitación de ausencias justificadas de los alumnos para celebrar las festividades del Kippur y de Aid El Kebir, sin que se pongan exámenes en esas fechas.
Chirac también se mostró partidario de crear una ley que impida a los pacientes de los hospitales públicos negarse a ser atendidos por personal sanitario del otro sexo. En los últimos tiempos se han multiplicado los casos de mujeres musulmanas que no aceptan médicos varones.
«El código de la laicidad, previsto por el presidente de la República y confiado al Gobierno, puede contribuir a recordar eficazmente los principios y las reglas que nos rigen en esta materia», ha afirmado este viernes en un comunicado el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, monseñor Jean-Pierre Ricard.
«Pero tendrá que subrayar también que la laicidad es ante todo el arte de vivir juntos, enriquecido por la experiencia y la práctica», añade el prelado, que es también arzobispo de Burdeos.
«El Estado es laico –reconoce–. Esta neutralidad en materia religiosa es uno de los fundamentos de la democracia moderna». «El Estado tiene la responsabilidad de garantizar el mismo respeto, la misma consideración a todas las grandes familias espirituales».
«La cuestión del porte de vestidos o signos religiosos en la escuela pública y en la administración ha centrado el debate –sigue reconociendo–. El presidente de la República desea una solución legislativa. Perfila la problemática. No creemos, sin embargo, que la votación de una ley sea la respuesta milagrosa a todas las dificultades encontradas».
«Una ley no dispensará nunca del discernimiento que hay que hacer según las diferentes situaciones, incluso para discernir entre «lo ostensible» y «lo discreto». Nos parece que si bien es necesario recordar las reglas, no será suficiente. La educación, la pedagogía, y la reafirmación de un proyecto de sociedad común nos parecen hoy día de primera importancia».
«Si la escuela debe ser preservada de toda forma de violencia, de presión y de perturbación en el marco educativo, no debe ser, como adecuadamente subraya el presidente, «un lugar de uniformidad, de anonimato, en la que se prohíban los signos de pertenencia religiosa»», opina el representante del episcopado.
«Hay que velar, por tanto, para que, en su formulación, una ley sobre los signos religiosos no sea vista como un signo de sospecha de la gran mayoría de las personas, cuyos signos de pertenencia religiosa no constituyen ninguna perturbación del orden público», aconseja.
Más información en la página web de la Conferencia Episcopal Francesa.