CIUDAD DEL VATICANO, 21 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II canonizará a Gianna Beretta Molla, médico italiana, quien decidió aceptar el riesgo de la muerte a los 39 años, negándose a abortar la niña que llevaba en su seno, o a someterla a tratamientos que la pusieran en peligro.
El anuncio fue dado este sábado en el Vaticano, en presencia del Papa, por la Congregación para las Causas de los Santos, en el curso de la ceremonia de reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión. Había sido beatificada en 1994.
Gianna (1922-1962), de la arquidiócesis de Milán, pertenecía a la Acción Católica. En el ejercicio de su vocación, decía: «Como el sacerdote puede tocar a Jesús, así nosotros los médicos tocamos a Jesús en el cuerpo de nuestros enfermos».
Practicaba esquí, tocaba el piano y asistía con su esposo a los conciertos en el Conservatorio de Milán. El marido de Gianna, el ingeniero Pietro Molla, recordó hace algunos años a su esposa como una persona completamente normal.
«Vivió el matrimonio y la maternidad con alegría, generosidad y absoluta fidelidad a su misión», afirmó el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación vaticana, en la ceremonia de promulgación del decreto.
Decidió no ser operada del cáncer que le causó la muerte cuando estaba embarazada de su cuarta hija, para no dañar al feto. Era particularmente consciente de los riesgos que contraía, su especialidad en medicina era la pediatría.
El milagro atribuido a su intercesión fue experimentado por Elisabete Arcolino Comparini. A inicios del año 2000, el tercer bebé que había concebido empezó a experimentar serios problemas.
En el tercer mes, la joven madre perdió totalmente el líquido amniótico. El feto, sin la protección natural, debía haber perdido la vida. Sin explicación científica, en mayo de 2000 nació la preciosa niña. Sus padres, que en aquellos días habían decidido recurrir a la intercesión de la beata, la llamaron Gianna María.