Salarios bajos: el alto precio de comprar barato

Una de las razones de por qué las tiendas Wal-Mart pueden vender más barato

Share this Entry

BENTONVILLE, Arkansas, sábado, 10 enero 2004 (ZENIT.org).- Muchos de los regalos que estaban bajo el Árbol de Navidad de este año pueden haberse comprado en una tienda Wal-Mart. Para el año fiscal que terminó en enero de 2003, las ventas al por menor alcanzaron la cifra de 244.500 millones de dólares, informó el 21 de junio Reuters. Dejando a un lado el sector de la automoción, Wal-Mart suma 9 céntimos de cada dólar gastado en tiendas al por menor en Estados Unidos.

Y la importancia de esta empresa con base en Arkansas no se limita a Estados Unidos. En México, por ejemplo, Wal-Mart es la primera fuente privada de empleo, con 100.164 trabajadores en nómina, informaba el 6 de diciembre el New York Times. Después de 12 años de estar operando en México, la compañía tiene unas ventas anuales de casi 11.000 millones de dólares – cerca del 2% de Producto Interior Bruto del país. Wal-Mart es también la mayor compañía de venta al por menor de Canadá, y sus almacenes se extienden desde Argentina a Corea del Sur y Alemania. Cada semana más de 130 millones de clientes visitan sus almacenes.

Hace poco, la compañía estuvo en el punto de mira por sus bajos salarios y, sostienen muchos, por sus prácticas laborales explotadoras. Un estudio del Washington Post publicado en su primera página el 6 de noviembre, comentaba el arresto, el día 23 de octubre, de 250 inmigrantes ilegales que trabajaban en los equipos de limpieza de algunos almacenes Wal-Mart.

Los críticos defienden que la compañía es capaz de ofrecer bajos precios gracias a que utiliza mucho a trabajadores a tiempo parcial con salarios bajos. Según el Post, a los 1,3 millones de trabajadores de Wal-Mart se les prohíbe estrictamente unirse en un sindicato, y ganan entre 7 y 8 dólares a la hora. En contraste, los trabajadores sindicados de Kroger, una cadena de supermercados, ganan entre 11 y 13 dólares a la hora, con todas las prestaciones sanitarias. Muchos vendedores al por menor, presionados por la competencia de Wal-Mart, se ven forzados a seguir también su modelo de bajos salarios.

El artículo citaba datos de un estudio que mostraban que un supercentro de Wal-Mart tenía unos costes laborales entre un 20% y un 30% menores que los de un supermercado sindicado, dando como resultado que los comestibles sean un 15% más baratos. Sumando la totalidad de este ahorro, un consultor citado por el Post, Gary Stibel, cifraba en 20.000 millones de dólares las ganancias de los consumidores debido al descuento en el precio. Una vez que se añaden las ganancias de los bajos precios a los que se ven forzados los competidores, el total podría alcanzar los 100.000 millones de dólares, añadía.

Las investigaciones demuestran que el 4% del crecimiento en la productividad de la economía de Estados Unidos desde 1995 a 1999 se debe sólo a la eficiencia de Wal-Mart. Una serie en tres partes sobre la compañía, publicada en el Los Angeles Times del 23 al 25 de noviembre, observaba que los bajos precios resultantes atraen incluso a miembros de sindicatos, que de otra manera preferirían comprar en almacenes sindicados. Las encuestas de Teamsters y United Food and Commercial Workers –los dos sindicatos más amenazados por Wal-Mart- muestran que muchos de sus miembros compran en la competencia.

Más barato, ¿a qué precio?
En el lado negativo, al presionar a sus proveedores para que recorten sus costes, Wal-Mart ha contribuido a la pérdida de puestos de trabajo de manufacturas en Estados Unidos, al orientar los productores sus operaciones al Tercer Mundo. Y en cuanto a sus propios empleados, Wal-Mart admite que un trabajador a tiempo completo puede no ser capaz de sacar adelante una familia con la nómina de Wal-Mart, según el Los Angeles Times.

Un ejemplo es el sector textil. Celia Clancy, vicepresidenta ejecutiva, supervisa el presupuesto de ropa de Wal-Mart, estimado en unos 35.000 millones de dólares en el año 2000. Clancy da a sus compradores una orden «más» cada año. Para cualquier artículo que traten, deben o bajar los costes o subir la calidad.

Eso significa, por ejemplo, que Honduras produzca la misma cantidad de ropa para Wal-Mart que hacía hace tres años, pero con un 20% menos de trabajadores. Incluso así, los hondureños temen perder su trabajo por China y otros países de bajos salarios. Incluso Bangladesh tiene problemas al resolver las peticiones de Wal-Mart. Los propietarios de fábricas de Bangla Desh afirman que Wal-Mart y otros vendedores al por menor les han pedido que recorten sus precios en un 50% en los últimos años.

Ken Eaton, director de la sección de adquisiciones globales, explicaba que en la compra de telas como algodón y kakis, Wal-Mart planea acercar cinco fábricas del mundo y hacerlas competir. «Presionaremos sobre ellos con nuestro músculo global», afirmaba.

Dentro de Estados Unidos, la presión por recortar gastos ha llevado a numerosos abusos. El año pasado, un juzgado de Oregón descubrió que los responsables de la compañía han forzado a cientos de empleados a trabajar horas extras sin sueldo. Wal-Mart también tiene demandas similares por horas extras laborales en Colorado y Nuevo México por cantidades sin revelar, con más de 40 casos esperando para juicio.

Hundidos en el fondo
La preocupación por los salarios bajos no sólo se limita a Wal-Mart. La tendencia a trabajar en tiempo parcial, el recurrir a agentes externos, y una mayor flexibilidad han atrapado a muchos en empleos de bajo salario, observaba Business Week el 1 de diciembre. El problema afecta a más de una cuarta parte de la fuerza laboral de Estados Unidos, cerca de 34 millones de trabajadores.

Aumenta la preocupación el hecho que hay evidencias que apuntan que la relatividad movilidad de ingresos está descendiendo, lo que significa que quienes están en los peldaños más bajos encuentran más difícil mejorar su posición. El artículo citaba un estudio del Federal Reserve Bank de Boston que mostraba que el 49% de las familias que comenzaron los 70 pobres, seguían allí al final de la década. En los 90 esta cifra se elevó hasta el 53%.

Beth Shulman, ex responsable sindical y ahora consultora, trataba este problema en su reciente libro, «The Betrayal of Work» (La Traición del Trabajo). Shulman observaba que no es sólo una cuestión de salarios, con una cuarta parte de los trabajadores ganando menos de 8,70 dólares a la hora. También ocurre que muchos de estos trabajadores carecen de derechos básicos tales como cuidados sanitarios, pagos por enfermedad, vacaciones pagadas o beneficios de retiro. Y sumado a la naturaleza físicamente dura de muchos de estos trabajos está la forma emocionalmente degradante con la que muchos son tratados.

Además, tal situación crea muchos problemas sociales y «mina los fundamentos morales del país», sostiene Shulman. Dejar a un grupo tan numeroso sin la oportunidad de compartir el progreso económico «deteriora el funcionamiento de la democracia y las comunidades de América», añade.

Otro libro reciente sobre el tema, «Low-Wage America» (La América de los Salarios Bajos), se compone de los casos de estudio de 25 industrias. Editado por Eileen Appelbaum, Annette Bernhardt y Richard Murnane, el libro identifica también algunos factores detrás del problemas de los salarios bajos. La mayoría de los trabajadores con bajos salarios, subrayan los autores, carecen de niveles de instrucción más allá del diploma escolar, y muchos inmigrantes carecen incluso de estas credenciales básicas.

Se añade a esto el efecto de la tecnología de la información y la globalización de los mercados que han aumentado la presión sobre los salarios. Se suma además la desregulación de industrias como las telecomunicaciones, los servicios financieros y las compañías aéreas, que han aumentado la competitividad y la presión para reducir costes. Los sindicatos también han visto como decaía su poder en los
últimos años, y el valor real del salario mínimo ha caído en un 28% en el periodo de 1974 al 2001.

Pero no todo son malas noticias. Algunos casos de estudio muestran que algunas empresas han elegido una estrategia alternativa a lo de siempre buscar salarios bajos y beneficios. Reducir el volumen de trabajo y aumentar la productividad haciendo las tareas más interesantes, aumentar la preparación y fomentar mejores relaciones con los trabajadores ha permitido a algunas empresas reducir sus costes sin recortar los salarios.

Como Juan Pablo II constató en el número 3 de su encíclica «Laborem Exercens» de 1981: «el trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social» y más tarde, añadía: «la justicia de un sistema socio-económico y, en todo caso, su justo funcionamiento merecen en definitiva ser valorados según el modo como se remunera justamente el trabajo humano dentro de tal sistema».

Un criterio que vale la pena recordar a la hora de adoptar estrategias de negocio.

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }