CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 16 enero 2004 (ZENIT.org).- «El diálogo oficial establecido entre la Iglesia Católica y el Gran Rabinado de Israel es un signo de gran esperanza», reconoció Juan Pablo II al recibir este viernes a los rabinos jefes de Israel.
Los líderes religiosos han viajado a Roma para asistir al «Concierto de la Reconciliación» que tendrá lugar el sábado en el Vaticano.
«No debemos escatimar esfuerzos para trabajar juntos en la construcción de un mundo de justicia, paz y reconciliación para todos los pueblos», afirmó el Santo Padre ante Jona Metzgher, rabino asquenazí, Slomo Amar, rabino sefardí, y Oded Wiener, director general del Gran Rabinado.
Al iniciar su discurso, el Papa recordó: «En los 25 años de mi pontificado me he esforzado en promover el diálogo judío-católico y en fomentar siempre un mayor entendimiento, respeto y cooperación entre nosotros».
Además calificó como uno de los momentos sobresalientes de su pontificado su peregrinación jubilar a Tierra Santa, «que incluyó intensos momentos de recuerdo, reflexión y oración en el Yad Vashem [el memorial nacional israelí dedicado a las víctimas de la Shoah (Holocausto), ndr] y en el Muro de las Lamentaciones».
En un comunicado, la embajada de Israel ante la Santa Sede ha calificado de «histórico» el encuentro de este viernes, en el que se ha podido corresponder a la visita del Santo Padre a Jerusalén en el año 2000.
Durante la audiencia, según informaron tras el encuentro con el Papa, «los rabinos se han referido al fenómeno del antisemitismo, poniendo énfasis en la dimensión actual de las palabras pronunciadas en el pasado por el Papa», cuando recomendó «enseñar a las conciencias a considerar el antisemitismo y toda forma de racismo como un pecado contra Dios y la humanidad».
Los rabinos jefes de Israel igualmente solicitaron «al Papa que ejerza su influencia en los fieles acerca de la creciente oleada de terrorismo que golpea a inocentes y pone en peligro la reconciliación» y le agradecieron haber instituido «la jornada dedicada al judaísmo» en la Iglesia católica.
Asimismo, expresaron al Papa el dolor de las familias de los prisioneros de guerra y de los soldados israelíes desaparecidos, pidiéndole que con su peso moral ayuda a resolver estos problemas.
Finalmente obsequiaron a Juan Pablo II con un «regalo emblemático: un candelabro (Chanukkiah) con el fondo de Jerusalén, ciudad consagrada a las tres religiones monoteístas, símbolo de la aspiración a la paz de toda la humanidad».
El concierto del sábado, dedicado a la reconciliación entre judíos, cristianos y musulmanes, ha sido organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo y por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, con la ayuda de los Caballeros de Colón.
El maestro estadounidense judío Gilbert Levine dirigirá la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, que interpretará el «Abraham» de John Harbison y la Sinfonía nº 2 de Gustav Mahler, «Resurrección» (movimientos I, IV y V). Participarán el Coro Polifónico del Estado de Ankara, el Coro de la Filarmónica de Cracovia, el Coro de la Filarmónica de Londres y algunos miembros del Coro Mendelssohn de Pittsburgh.