COLOMBO, miércoles, 28 enero 2004 (ZENIT.org).- Una veintena de hombres armados con barras y objetos contundentes devastó en la noche del lunes al martes pasado el interior de una iglesia católica en Mattegoda, un barrio de la capital de Sri Lanka, Colombo.
Las imágenes fueron destruidas, así como el mobiliario, y los asaltantes quemaron unas veinte Biblias. En este momento las fuerzas de seguridad custodian el edificio donde en el momento del asalto no había nadie, confirma la agencia misionera «Misna».
Es el último de los numerosos ataques que últimamente está sufriendo la comunidad cristiana en el país asiático. Las relaciones entre parte de la población budista y la minoría cristiana se han visto perjudicadas cuando grupos cristianos fueron acusados por los budistas de realizar «conversiones fraudulentas».
La situación empeoró con la inesperada muerte, a principios del pasado diciembre, del monje budista Gangodavila Soma Thera –protagonista de una campaña contra las conversiones al cristianismo y la difusión de los grupos evangélicos— a causa de un infarto durante un viaje a Rusia; de su fallecimiento algunos budistas culpan a los cristianos.
El movimiento budista cercano al monje ha solicitado a la presidenta Chandrika Kumaratunga leyes contra las conversiones «forzadas».
«La Iglesia católica está sufriendo las consecuencias de un comportamiento invasor de las sectas fundamentalistas evangélicas», explicó el obispo auxiliar de Colombo, monseñor Vincent Marius Joseph Peiris.
Igualmente subrayó que desde hace tiempo la Conferencia Episcopal de Sri Lanka ha tomado distancia de estos grupos a fin de evitar confusiones con otras Iglesias protestantes activas en el país (Cf. Zenit, 23 de enero de 2004).
«Hasta el momento la violencia ha tenido como objetivo sobre todo las iglesias de los grupos fundamentalistas cristianos, con menos frecuencia las iglesias metodistas y en cuatro ocasiones parroquias católicas –aclaró el prelado–. Nunca ha habido heridos, pero la situación se está haciendo preocupante».
«La actual crisis política además crea un clima de inestabilidad que empeora las cosas», constata monseñor Peiris aludiendo a la batalla institucional creada por el enfrentamiento entre la presidenta Chandrika Kumaratunga y el primer ministro Ranil Wickremesinghe por el control del poder central.
El gobierno sostiene que se elevan a la treintena los lugares sagrados atacados en diversas partes del país, pero la comunidad cristiana sitúa la cifra en un centenar.
La Constitución de Sri Lanka reconoce al budismo una posición relevante, pero garantiza a los fieles de otras confesiones el derecho de practicar la propia fe libremente. En el país, de una población de casi 20 millones de habitantes el 70% es budista, el 15% hinduista, el 8% cristiana (de ésta, el 6,7% es católica) y el 7% es musulmana.