La radicalidad evangélica de los consagrados sigue atrayendo a los jóvenes

Representante vaticano considera que esta es la clave para las nuevas vocaciones

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 2 febrero 2004 (ZENIT.org).- Los institutos de vida consagrada en los que se presta particular importancia a la oración y la radicalidad evangélica siguen suscitando vocaciones jóvenes, constata el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

El arzobispo Silvano Nesti, al comentar la Jornada de la Vida Consagrada, que la Iglesia celebró este martes, constataba que «los jóvenes se sienten particularmente atraídos por el radicalismo evangélico».

«Basta pensar que los Institutos de vida consagrada más fieles a la oración, a la austeridad, al desapego del consumismo, atraen a muchos jóvenes», añadió en declaraciones a los micrófonos de «Radio Vaticano». «También muchos monasterios de clausura de monjas atraen a jóvenes que abrazan con alegría este estilo de vida».

Según los últimos datos, en el mundo los religiosos de derecho pontificio son unos 813.000, el 75 por ciento mujeres. Desde los años sesenta su número ha decrecido de manera continuada ante la falta de nuevos jóvenes que abrazan esta vocación.

Al mismo tiempo, las últimas décadas han surgido nuevas congregaciones religiosas, que en varios casos experimentan un florecer de vocaciones.

Según monseñor Nesti, los religiosos con su vida constituyen «un testimonio de los valores humanos y cristianos más elevados, a través de la práctica de los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia, n.d.r.) y de una vida comunitaria de acogida de los hermanos y de las hermanas que gozosamente viven ese carisma, aunque provengan de otras naciones, culturas o etnias».

Si bien han disminuido los religiosos, constata, en los últimos años han aumentado los laicos consagrados.

«Estas personas quieren vivir la consagración a Dios en el mundo a través de la profesión de los consejos evangélicos en el contexto de las estructuras temporales, para ser de este modo levadura de sabiduría y testigos de gracia dentro de la vida cultural, económica y política», aclara el arzobispo.

«Buscan de introducir en la sociedad las energías nuevas del Reino de Cristo, tratando de de transfigurar el mundo desde dentro, con la fuerza de las Bienaventuranzas», concluye el secretario de la Congregación vaticana.

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ZENIT Staff

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