El sufrimiento no legitima eliminar a una persona, recuerda el Papa

Reivindica la «preciosa aportación» de los enfermos

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 11 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo un llamamiento este miércoles para que la Iglesia y el mundo descubran la «preciosa aportación» de los enfermos y aseguró que no se puede suprimir una vida a causa del sufrimiento.

El Santo Padre se unió durante la semanal audiencia general a las celebraciones de la Jornada Mundial del Enfermo, que en esos momentos estaban teniendo lugar en el Santuario de Lourdes (sur de Francia), con la participación de más de 30.000 peregrinos.

Al concluir el encuentro en la Sala Pablo VI del Vaticano, el pontífice dirigió un saludo especial a los fieles polacos presentes para recordar que «todo ser humano, incluso el que está marcado por la enfermedad y el sufrimiento, es un gran don para la Iglesia y para la humanidad».

«Nadie tiene el derecho de eliminar a este ser a causa del sufrimiento. Este siempre es un llamamiento a que toda persona que sufre encuentre en el propio ambiente personas dispuestas a ofrecer un apoyo paciente y una amorosa ayuda».

«El sufrimiento es siempre una llamada a practicar el amor misericordioso», fueron las últimas palabras del Papa en polaco.

En la intervención que había pronunciado en italiano, el pontífice explicó que la Jornada Mundial del Enfermo «constituye una intensa exhortación a redescubrir la importante presencia de quienes sufren en la comunidad cristiana, y a valorar cada vez más su preciosa aportación».

«Desde un punto de vista humano, el dolor y la enfermedad pueden parecer realidades absurdas –reconoció–. Sin embargo, cuando nos dejamos iluminar por la luz del Evangelio, se logra comprender su profundo significado salvífico».

«De la paradoja de la Cruz surge la respuesta a nuestros interrogantes más inquietantes –añadió–. Cristo sufre por nosotros: carga sobre sí el sufrimiento de todos y lo redime. Cristo sufre con nosotros, dándonos la posibilidad de compartir con Él nuestros sufrimientos. Unido al de Cristo, el sufrimiento humano se convierte en medio de salvación».

El Papa garantizó por último su cercanía tanto a «quienes experimentan en el cuerpo y en el espíritu el peso del sufrimiento» y a tratan «de aliviar los sufrimientos, y, en la medida de lo posible, de liberarles de la enfermedad gracias a los progresos de la medicina».

«Pienso, de manera especial –aclaró–, en los agentes sanitarios, en los médicos, en los enfermeros, en los científicos y en los investigadores, así como en los capellanes de los hospitales, en los voluntarios. ¡Es un gran acto de amor cuidar a quien sufre!»

Las celebraciones de la Jornada Mundial del Enfermo culminaron este miércoles en Lourdes con la celebración eucarística presidida por el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

Como el Papa aclaró en su intervención, en este año se ha escogido a la localidad francesa de los Pirineos como foco mundial para las celebraciones por celebrarse en 2004 los 150 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada (8 de diciembre de 1954).

En Lourdes, en 1858 –cuatro años después–, la Virgen María se presentó en la gruta de Massabielle a Bernardette Soubirous como «la Inmaculada Concepción», según la narración de las apariciones.

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ZENIT Staff

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