CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 4 marzo 2004 (ZENIT.org).- Tras la muerte y resurrección de Cristo, en la Iglesia tiene lugar una nueva relación entre Dios y cada hombre y mujer, considera el predicador de los ejercicios espirituales en los que esta semana participa Juan Pablo II.
«En la comunión de la Iglesia. La Iglesia, imagen de la Trinidad» fue el tema desarrollado en la mañana de este jueves por monseñor Bruno Forte, presidente de la Facultad de Teología del Sur de Italia.
El don de la participación en la vida de la Trinidad se expresa en una nueva relación entre Dios y el hombre, afirmó el predicador ante el Papa y sus colaboradores de la Curia romana reunidos en la capilla «Redemptoris Mater» del Vaticano. El elemento central de esta relación es, constató, la Iglesia.
«La Iglesia, que Jesús vino a fundar sobre la Tierra, es la comunidad de los hijos que son tales en el Hijo, amados en el Amado. Es la Iglesia del amor», aclaró.
«Todo en la Iglesia viene del amor de la Trinidad», subrayó. El corazón de la Iglesia es el «ágape», el amor que viene de lo alto y regresa a lo alto, convirtiéndose en la regla de vida de los discípulos de Jesús.
«La Iglesia procede de Dios, de la Trinidad –aclaró en uno de los pasajes de sus meditaciones que pudieron escuchar por «Radio Vaticano»–. Dios ha tenido tiempo para el hombre y los días del hombre se han convertido en el tiempo penúltimo, ese mientras, que tiene lugar entre la primera venida y su regreso».
El predicador dedicó la «lectio divina» a la contemplación de la visitación de la Virgen María a su prima santa Isabel. «En la escuela de María –concluyó– aprendemos a actuar siguiendo a Aquel que nos ha revelado al Dios Trinidad Amor, es decir, en la caridad».
La contemplación de la Trinidad está siendo la clave de lectura de los pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento en los que está meditando monseñor Forte. Los ejercicios espirituales concluirán en la mañana del sábado.