MOSCÚ, martes, 9 marzo 2004 (ZENIT.org).- El alcalde de la ciudad rusa de Novgorod –al norte de Moscú–, Vadim Bulavinov, ha negado al sacerdote Mario Beverati, párroco de la iglesia católica de la Asunción, el permiso para construir un pequeño monasterio junto a la parroquia en el que deberían haber vivido algunas religiosas carmelitas.
El convento estaba proyectado en el barrio de Verkhnije Pecery, que el plan regulador califica de «zona residencial». Pero en opinión del alcalde, un convento no es una casa normal y por ello no puede construirse en esa parte.
Contra la construcción del convento católico se había manifestado también el obispo ortodoxo de Novgorod, Arzamas Georgij Danilov.
En una declaración –citada por «Avvenire»— se lee que «al obispado [ortodoxo] llegan cartas de escritores, artistas y gente sencilla» indignados porque la construcción del monasterio católico «sería un desafío lanzado a los ortodoxos».
Tras afirmar que la región carecería de toda tradición católica, el obispo Danilov sostiene que el nuevo monasterio sería «un intento abierto de convertir al pueblo ortodoxo a la fe católica».
Por su parte, tras un encuentro con el obispo ortodoxo, el padre Beverati se ha limitado a declarar: «Si la diócesis ortodoxa es contraria, las religiosas no vendrán a Novgorod».
Un periodista local, Oleg Rodin, recordó durante una rueda de prensa que antes de la revolución comunista de 1917, en Novgorod había una parroquia católica con cinco mil fieles, dos iglesias y algunas capillas en el centro de la ciudad.
«No hay testimonios –declaró Rodin– de intolerancia, hostilidad o conflictos desde hace cien años entre ortodoxos y católicos en Nizhnij Novgorod».
Añadió que las dos Iglesias «sufrieron en igual medida tras la revolución: fueron destruidos lugares de culto, tanto ortodoxos como católicos, fueron perseguidos y asesinados sacerdotes y cientos de fieles de ambas confesiones».
«Sólo en Nizhnij Novgorod –subrayó– fueron asesinados 200 católicos».
La acusación de «proselitismo» es uno de los puntos que dificulta actualmente la relación entre ortodoxos y católicos. Los ortodoxos definen como «proselitismo» la acción que presuntamente llevan a cabo los católicos para convertir ortodoxos, acusación que por otro lado los católicos rechazan.
El Patriarcado de Moscú reaccionó negativamente a la elevación al rango de diócesis de las cuatro administraciones apostólicas católicas en territorio ruso, decisión adoptada por Juan Pablo II dos años atrás.
En meses sucesivos, autoridades rusas expulsaron o denegaron el visado de entrada al país a seis sacerdotes y obispos católicos.