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Señor presidente:
Al comenzar la séptima sesión del Grupo de expertos gubernamentales, la delegación de la Santa Sede quiere ofrecer comentarios metodológicos de naturaleza general para compartir con usted, señor presidente, y con las delegaciones de los estados parte, algunos motivos de satisfacción, y suscitar algunas cuestiones sobre el presente y el futuro de la Convención.
1. La Santa Sede expresa su aprecio por los positivos resultados de las negociaciones y por la adopción del Quinto Protocolo sobre explosivos remanentes de guerra. Es un paso hacia la dirección adecuada. Pero quedan por resolver algunas cuestiones para prevenir las víctimas y los daños ocasionados por guerras pasadas. Estas víctimas nos recuerdan constantemente el exorbitante coste de toda guerra en general y las consecuencias de optar por la utilización de algunas armas en particular. La Santa Sede se siente también alentada por la renovación del mandato del Grupo de Expertos. Otros problemas igualmente importantes, como los que plantean los explosivos remanentes tras las guerras deben recibir adecuada atención por parte de los estados parte.
2. Los negociados multilaterales de control de armas o de desarme siguen siendo lentos y largos y se llega a los resultados casi siempre basándose en el mínimo común denominador. Por el contrario, la producción de nuevas armas convencionales sigue los descubrimientos científicos y técnicos más avanzados y actuales. El resultado es que estas armas son cada vez más devastadoras y provocan sufrimientos inútiles durante períodos más largos que los mismos conflictos. Las bombas racimo, que están siendo utilizadas cada vez más en conflictos armados, ilustran trágicamente esta preocupante realidad. En este contexto, los estados parte deberían prestar particular atención a este tipo de munición, recordando sus efectos traumáticos y devastadores para las poblaciones civiles así como las negativas consecuencias socioeconómicas tanto durante como después de las hostilidades.
3. Señor presidente: la Santa Sede se dedica en numerosos países de todo el mundo a iniciativas dedicadas a las víctimas de los conflictos armados y a sus familiares, entre las que se encuentran las víctimas de minas antipersonales y de los residuos bélicos. No hace falta que describa la frustración y el desaliento de miles de voluntarios que se ven obligados a repetir una y otra vez el trabajo que ya han realizado y, en algunos casos, tienen que ver los sufrimientos de las víctimas sin que se haga nada. Me parece inapropiado limitar nuestro trabajo y decisiones únicamente a la búsqueda de remedios. Seguramente la prevención cuesta menos en términos de vidas humanas y de estragos socioeconómicos. Una cultura de la prevención es lo más adecuado para garantizar una seguridad basada en la justicia, la verdad y la cooperación entre los estados. Por ese motivo, el justo equilibrio tendría que cifrarse en mantener los armamentos al nivel más bajo y que los daños y sufrimientos que provocan fuesen los menores posibles.
4. Señor presidente: la Santa Sed está preparada para trabajar con usted y con todos los estados parte en la promoción de una cultura de la prevención y en la adopción de nuevas medidas que nos ahorren los esfuerzos necesarios para curar continuamente los sufrimientos inútiles provocados por estas armas devastadoras.
Gracias, señor presidente.
[Traducción del original inglés realizada por Zenit]