Pekín ofrece sus razones de la detención del obispo católico de Qiqihar

La diócesis teme una campaña de arrestos

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PEKÍN, jueves, 11 marzo 2004 (ZENIT.org).- Después de que la Santa Sede pidiera explicaciones el miércoles a las autoridades chinas por el arresto de un obispo católico, Pekín ha afirmado que el prelado de la Iglesia «clandestina», monseñor Wei Jingyi, es sospechoso de haber viajado al extranjero de forma ilegal.

China ha negado que el obispo esté en prisión y afirma que está bajo custodia. Sin embargo, fuentes de «Asianews» en el país confirman que el prelado se encuentra en la prisión de Harbin.

Monseñor Wei Jingyi, obispo de la diócesis china de Qiqihar, fue arrestado el 5 de marzo en el aeropuerto de Harbin (Heilogjiang, al noroeste de China) cuando acudió a recoger a unos amigos extranjeros, según reveló el lunes la «Fundación Cardenal Kung»

Ordenado obispo en 1995, es uno de los prelados más jóvenes –tiene 45 años– de la Iglesia católica «clandestina», que reconoce la autoridad del Papa y no está oficialmente aprobada por Pekín.

La Santa Sede recibió «con preocupación y tristeza la noticia, transmitida por las agencias internacionales, del arresto», manifestó el miércoles el director de la Oficina de Información del Vaticano, Joaquín Navarro Valls.

«En caso de que haya imputaciones contra el obispo arrestado, deberían hacerse públicas, como sucede en cualquier estado de derecho», advirtió, y recalcó que «la Santa Sede, por su parte, no tiene ningún motivo para dudar de la inocencia del prelado».

Este jueves, el portavoz del ministerio de Exteriores, Liu Jianchao, en su rueda de prensa semanal, declaró que «los órganos de la Seguridad Pública no han adoptado ninguna medida restrictiva contra [el obispo Wei Jingyi]» y que «los rumores no se corresponden con los hechos».

Un responsable de la Oficina de Asuntos Religiosos –entrevistado por Reuters— declaró que su oficina había puesto a monseñor Wei Jingyi bajo custodia para «hablar con él». Según el responsable, el obispo «se había trasladado al extranjero con un documento de identificación que llevaba su nombre, pero la foto no era suya».

Un oficial de la Oficina declaró que ésta estaba investigando la situación: «De acuerdo con la ley china, tenemos derecho a investigarle». Sin embargo, rehusó responder a la cuestión de que el prelado estuviera en prisión.

Fuentes de «Asianews» en la región han confirmado que el prelado se encuentra en prisión en Harbin, y que si el obispo hubiera solicitado el pasaporte para poder viajar al extranjero, le habría sido negado. Y es que por su fidelidad al Papa, monseñor Wei Jingyi es sospechoso de tener «relaciones con un Estado extranjero».

Mientras tanto, los fieles de la diócesis de Qiqihar «están tranquilos, pero con tensión». Temen que las estructuras de la diócesis, tales como la iglesia o el seminario, sean destruidas.

El gobierno chino ha lanzado desde hace meses una campaña contra las comunidades «clandestinas», que rechazan el control de las autoridades. Al no estar registradas ante la Oficina de Asuntos Religiosos, son consideradas ilegales y con frecuencia acusadas de «perturbar el orden público».

En varias regiones de China (Fujian, Zhejiang, Mongolia interior, Henan) está en marcha una búsqueda de cristianos «clandestinos» para obligarles a adherirse a la Asociación Patriótica, con la que el gobierno chino busca ejercer su control sobre la Iglesia y cuyo objetivo es crear una Iglesia independiente de la obediencia al Papa.

Los que no se adhieren a la Asociación sufren prisión y los lugares de culto son desmantelados y destruidos. Un procedimiento similar sufren las otras comunidades religiosas no registradas.

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ZENIT Staff

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