Juan Pablo II visitó Taizé, comunidad fundada en 1940, en 1986, en un viaje apostólico a Francia.
Hoy la comunidad de Taizé reúne a unos cien hermanos, católicos y de diversos orígenes evangélicos, procedentes de más de veinticinco naciones, explica la comunidad.
«Por su existencia misma, la comunidad es un signo concreto de reconciliación entre cristianos divididos y pueblos separados», añade.
Desde los años cincuenta algunos hermanos han ido a vivir a lugares desfavorecidos del mundo para ser allí testigos de paz y para estar al lado de los que sufren. Hoy algunos hermanos viven en pequeñas fraternidades en barrios desheredados en Asia, en África y en América Latina.
Desde principios de primavera hasta finales de otoño cada semana jóvenes de diversos continentes llegan a la colina de Taizé. «Van en búsqueda de un sentido para su vida, en comunión con muchos otros. Yendo a las fuentes de la confianza en Dios, emprenden una peregrinación interior que les anima a construir relaciones de confianza entre los humanos», explican los responsables de Taizé.
Algunas semanas de verano puede haber más de 5000 jóvenes de 75 países asociados a una aventura común.
Con motivo de final de año, la Comunidad de Taizé reúne a decenas de miles de jóvenes en un encuentro de oración de varios días en una ciudad europea –los dos últimos fueron en Hamburgo y París–.
Más información en http://www.taize.fr.