Los testimonios de los prelados, que fueron acompañados por reportajes e imágenes del filme, fueron transmitidos por el programa «Claves para un mundo mejor», dirigido por el periodista Tito Garabal, este sábado en el Canal 9.
Monseñor Rubén Di Monte, arzobispo de Mercedes-Luján, declaró en la emisión: «Mi palabra es de admiración, me encantó la película. Esta estupendamente hecha, refleja las cosas que tantas veces uno ha meditado sobre la Pasión de Jesús y responde a lo que las sagradas escrituras nos dicen».
«Estoy muy contento de haberla visto –añadió–. Creo que para entenderla hay que conocer bien los Santos Evangelios y uno que tiene la gracia de conocerlos valora esta realización fílmica de un modo especial».
«Deseo que pueda hacer mucho, mucho bien, y que no nos enredemos en estériles discusiones sobre a quién ataca o a quién no ataca, a quién justifica o a quién no justifica, sino que la aprovechemos espiritualmente porque hacia eso tienen que ir quienes vean esta notable película», concluyó.
Monseñor Mario Maulión, arzobispo de Paraná, confesó que «Sobre todo me impresionó no tanto la parte dolorosa que realmente es muy fuerte sino la transmisión de un mensaje de esperanza en el Señor, esperanza de vida y un mensaje de fidelidad al hombre y de fidelidad al Padre».
«Les confieso que me impresionó y me emocionó –confiesa el presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social–. Es más les diría que me sacudió espiritualmente y no sólo a mí. Al terminar de verla junto con otros hermanos obispos coincidimos en que nos sacudió».
«Cualquier otra interpretación que se hace, que incluso se está haciendo, me parece que no tiene asidero –subraya–. La interpretación de la responsabilidad de la muerte del Señor es que esa persona no murió en contra de nadie sino que murió dando la vida por todos. La película muestra un camino de reconciliación y de búsqueda de Dios. A muchísima gente le va a hacer mucho bien».
Monseñor Mario Serra, obispo emérito auxiliar de Buenos Aires, quien durante muchos años fue presidente de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y Relaciones con los Judíos, indicó: «He visto muchas películas sobre Cristo, pero una con tanta fuerza como esta jamás he visto».
«No se puede decir que esta película es un hecho antisemita –considera–. No se puede decir eso. El evangelio se lee desde la fe y desde la fe uno ve que Cristo no es cuestión de los romanos, ni de los judíos, ni de un pueblo sino que es una cuestión nuestra. Ese es el Misterio de la muerte de Cristo en la Cruz».
Monseñor Rubén Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, afirmó: «Me ha impactado el sentido auténticamente religioso de la película que es estupenda, una obra de arte cinematográfica. Me pareció notable la puesta en escena y que se hiciera en el idioma original, el arameo y el latín, en los personajes romanos».
«Es una película que nos muestra el amor de Jesús y su dolor pero también una película muy mariana. La figura de la Virgen María está expresada con una ternura, una dignidad y un señorío extraordinario y muestra a la mujer que sabe del misterio y lo acompaña y que está de pie ante su Hijo, a pesar del dolor. Es un trabajo muy logrado».
Monseñor Fernando Maletti, obispo de Bariloche, afirmaba: «En lo personal ver «La Pasión» fue casi un retiro espiritual. Me pareció una verdadera catequesis muy actual para nuestro tiempo y que, a pesar de la dureza, no hay que tenerle miedo. En un tiempo como este donde prima el facilismo al ver lo cruenta que fue la muerte de Jesús debemos mirar cual camino tomar».
«Queda claro que la Pasión del Señor es para la redención de todos nuestros pecados y queda muy claro en la película que los culpables de la muerte de Jesús somos todos nosotros, representados en distintos personajes que aparecen siempre eclipsados por la imagen de Jesús», añadía el presidente de la Comisión Episcopal de Ayuda a las Regiones Más Necesitadas.
«Se han escuchado algunas críticas pero debo decir que no he visto ningún rasgo de antisemitismo porque es muy fiel a los cuatro Evangelios –concluía monseñor Maletti–. Incluso es una lectura firme del Nuevo Testamento desde las profecías de Isaías y la escena final expresa como la esperanza surge plena y firme como un supremo acto de amor de Dios».