ROMA, lunes, 23 marzo 2004 (ZENIT.org).- El arresto y –tras las protestas de la Santa Sede– la liberación del obispo católico clandestino chino Wei Jingyi, ha suscitado preocupación entre los católicos del país, reconoce el padre Bernardo Cervellera, director de la agencia Asianews.
En esta entrevista concedida a Zenit, el sacerdote de las Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), hace un análisis de la evolución de la Iglesia católica en el país, que atraviesa vertiginosos momentos de cambio.
–La detención de monseñor Wei Jing, ¿ha sido un caso esporádico o se trata más bien de una estrategia de represión y persecución de la Iglesia clandestina?
–Padre Cervellera: No es ni mucho menos un hecho aislado. El gobierno chino ha lanzado desde hace meses una nueva campaña contra las comunidades clandestinas católicas, protestantes y de otras religiones, que rechazan el control asfixiante del gobierno. Al no estar registradas en la Oficina de Asuntos Religiosos, son ilegales y con frecuencia son acusadas de «perturbar el orden público».
En varias regiones de China (Fujian, Zhejiang, Mongolia Interior, Henan) tiene lugar en estos momentos una búsqueda individual de cristianos clandestinos para obligarles a unirse a la Asociación Patriótica, la institución con la que el gobierno busca controlar a la Iglesia, y que tiene por tarea crear una iglesia independiente de la obediencia al Papa.
Quienes no adhieren a esta Asociación son encarcelados y los edificios de culto –cabañas, casas, pequeños templos–, son desmantelados y destruidos.
–¿Cómo es la situación de los católicos en China? ¿Cómo son las relaciones entre la Asociación Patriótica y la Iglesia clandestina?
–Padre Cervellera: La Asociación Patriótica va cada vez peor. En estos últimos años, el gobierno ha vuelto a escoger como secretarios a ateos, que controlan la Iglesia según sus intereses ideológicos o políticos.
La Iglesia oficial –la Iglesia reconocida por el gobierno– va cada vez mejor: los cristianos, clandestinos y oficiales, junto a obispos y sacerdotes, colaboran cada vez más. En la Iglesia oficial, al menos el 80% de los obispos están en comunión secreta con el Papa. Por este motivo, también son perseguidos y puestos bajo control.
–Usted ha escrito que no hay que fiarse del crecimiento económico de China, pues tiene lugar sin respetar los derechos humanos ni alterar las políticas de represión del gobierno de Pekín. ¿Qué quiere decir?
–Padre Cervellera: Una sociedad con un gran desarrollo económico (al menos en las ciudades), que no respeta los derechos humanos y la libertad religiosa, al final no respeta ni siquiera la libertad económica.
Los casos de corrupción, de violencia, de salarios no pagados a los trabajadores, indican que también la economía china está enferma. No sólo se trata de falta de respeto a los derechos religiosos.
–¿Cómo son las expectativas de los católicos en China?
–Padre Cervellera: óptimas. Cada año, se dan al menos 150.000 bautismos de adultos, muchos más que entre los protestantes. La gente está insatisfecha de la oleada capitalista, y decepcionada del marxismo. Los pobres buscan consuelo, los mártires suscitan entusiasmo. Todo esto lleva a buscar un valor estable y el significado profundo de la existencia.
Entre los que abrazan la fe, hay muchos jóvenes, intelectuales y profesionistas, personas que pueden influir en la sociedad. Un obispo chino me decía hace poco tiempo: «Es un momento muy bueno para la evangelización».