Cristo, «intérprete» de la historia; asegura Juan Pablo II

En la última audiencia general de esta Cuaresma

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 31 marzo 2004 (ZENIT.org).-Para el creyente, Cristo es el «intérprete» de la historia, afirmó Juan Pablo II este miércoles en la última audiencia general de esta Cuaresma, dedicada a comentar el «Himno de los redimidos» que aparece en el Apocalipsis.

Ante 14.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice reflexionó en la escena que aparece en los capítulos cuatro y cinco del último libro de la Biblia cristiana, en la que junto a Dios aparece el «Cordero», inmolado y resucitado.

«Cristo es el gran intérprete y el señor de la historia, que revela la trama escondida de la acción divina que se desarrolla en ella», afirmó el Papa al interpretar el sentido del cántico.

En el himno, de hecho, aparece un misterioso «libro», «que es totalmente inaccesible», pues «siete sellos impiden su lectura», recordó el obispo de Roma. «Se trata, por tanto, de una profecía escondida».

«Ese libro contiene toda la serie de decretos divinos que hay que actuar en la historia humana para que reine la justicia perfecta –recalcó–. Si el libro se queda sellado, no se pueden conocer ni aplicar estos decretos, y la maldad seguirá extendiéndose y oprimiendo a los creyentes».

El «Cordero inmolado y resucitado» «será capaz «de tomar el libro y abrir sus sellos»», indicó el Papa siguiendo la narración del Apocalipsis.

El mismo pasaje, añadió, indica «cuál es el fundamento del poder de Cristo sobre la historia: su misterio pascual», su pasión, muerte y resurrección.

«Cristo se ha «inmolado» y con su sangre ha «rescatado» a toda la humanidad del poder del mal –recordó–. El verbo «rescatar» hace referencia al Éxodo, a la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. Según la antigua legislación, el deber del rescate correspondía al pariente más cercano. En el caso del pueblo, éste era el mismo Dios que llamaba a Israel su «primogénito»».

«Pero, además –siguió aclarando el pontífice–, Cristo realiza esta obra por toda la humanidad. Su redención no sólo tiene la función de rescatarnos del nuestro mal cometido en el pasado, de sanar las heridas y de levantarnos de nuestras miserias».

«Cristo nos da un nuevo ser interior», indicó Juan Pablo II, nos hace «partícipes en su misma dignidad». «De ahí se deriva un llamamiento a la Iglesia para que tome conciencia de su dignidad y de su misión».

«Él nos sacó de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la opresión a una realeza eterna; e hizo de nosotros un nuevo sacerdocio y un pueblo elegido para siempre», afirmó por último el Santo Padre citando una Homilía de Pascua de un obispo del siglo II, Melitón de Sardes, ciudad de Asia Menor.

«Él es el cordero mudo, el cordero degollado, el hijo de María, cordera sin mancha. Él fue tomado de la grey, conducido a la muerte, inmolado hacia el atardecer, sepultado en la noche», concluyó

La catequesis del Papa continúa con la serie de meditaciones que viene ofreciendo sobre la Liturgia de las Vísperas. Pueden consultarse sus intervenciones anteriores en la sección «Audiencia del Miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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