HONG KONG, lunes, 5 julio 2004 (ZENIT.org).- Superando las previsiones iniciales, más de 500 mil personas marcharon pacíficamente el pasado 1 de julio en Hong Kong –por el 7º aniversario de su traspaso a China– para defender la democracia, una respuesta que estuvo precedida por una vigilia de oración y reflexión común de unos 10 mil católicos y protestantes.
Con carácter de «decidida protesta» –en palabras del obispo del lugar, monseñor Joseph Zen Ze-kiun (Cf. Zenit, 30 de junio de 2004)—, la manifestación pacífica tuvo como meta pedir más democracia y autonomía, en especial para defender la elección directa del gobernador y el sufragio universal, aspectos que China quiere suprimir.
De hecho, el pasado mes de abril el Comité permanente del Parlamento chino invocó toda interpretación de la «Basic Law» (una especie de Constitución de Hong Kong –ratificada por Pekín— en vigor desde el fin de la dominación británica) y todo paso hacia una mayor democracia, violando el criterio «un país, dos sistemas» que garantiza a Hong Kong una amplia autonomía.
Bajo el fuerte calor y durante más de 6 horas, más de 530 mil personas participaron en la manifestación del jueves pasado, según el frente civil para los derechos humanos. Inicialmente se esperaban unas 300 mil.
Con todo, la policía afirma que los participantes fueron 200 mil, mientras que la agencia oficial china de noticias Xinhua informó de que «algunos residentes de Hong Kong se reunieron para una procesión en la isla», cita «AsiaNews».
«La participación ha sido más de cuanto se podía imaginar –reconoció el obispo de Hong Kong–. También porque por parte de China se ha hecho de todo para desanimar la presencia en la marcha. Decían: “No hay necesidad de manifestarse”. Y en cambio se ha presentado una gran marea de personas».
Ciertamente «existe una diferencia entre las cifras de la policía y las de los organizadores –constató–. Pero la policía intenta siempre disminuir las cifras. También el año pasado la participación fue superior a medio millón, si bien las cifras oficiales decían que como mucho medio millón».
«He participado en el momento de oración antes de la marcha –explicó monseñor Zen “AsiaNews”–. Naturalmente, siendo obispo, no podía estar en la manifestación. Y lo he sentido mucho. Pero he percibido la atmósfera muy comprometida. Este año además la organización ha estado muy pensada, no emocional, sino decidida».
El prelado católico dirigió en el Victoria Park –junto al reverendo Ralph Lee Ting-sun, de la Iglesia metodista, y el reverendo Eric So Shing-yit, del Consejo de los cristianos de Hong Kong– la vigilia de oración con 10 mil católicos y protestantes anterior a la marcha.
Siete años después de aquel 1 de julio, que marcó el «retorno bajo la soberanía de nuestra patria», «que ciertamente es algo bueno», «estamos aún en exilio y existe más tristeza que gozo», reconoció el obispo Zen en el mensaje que pronunció en el encuentro.
La situación se deriva de «muchos episodios desagradables» desde entonces «que nos han llevado a adoptar una postura en conflicto con el gobierno de la “Sar” –la región de administración especial, como China define a Hong Kong–», tales como «el derecho de asilo, el artículo 23 de la “Basic Law”, etc.», afirmó el prelado.
«Pero ya que en el presentes somos dueños de nuestro destino y gozamos de un alto grado de autonomía, según el principio “una nación, dos sistemas”, tenemos el derecho y el deber de tomar parte activa en los asuntos públicos –recordó–. Debemos usar nuestra libertad de palabra y las demás libertades de forma positiva para llevar el reino de Dios».
«Por motivos ocultos y dudosos –denunció monseñor Zen–, algunos han creado desconfianza entre nosotros y el gobierno central con el resultado de que el gobierno central tiene la sospecha de que nosotros somos anti-patrióticos, que trabajamos por la independencia».
«Como consecuencia –subrayó–, el gobierno central ha puesto el veto al sufragio universal del 2007 y 2008, antes aún de que tuviéramos la posibilidad de debatir el tema. Hoy marchamos para reclamar al gobierno central que hemos sido denigrados y pedimos justicia»
«Confiamos en que los líderes del gobierno central entiendan que los motivos de la marcha de protesta son la estabilidad y la prosperidad de Hong Kong a largo plazo» y «demostrar el mundo la vitalidad del principio “una nación, dos sistemas”», expresó monseñor Zen.
«Creemos que si tenemos la confianza de los líderes del gobierno central y de la “Sar”, la gente de Hong Kong estará unida para resolver nuestros propios problemas y, en lugar de ser una carga para la madre patria, podemos contribuir positivamente a nuestra nación», puntualizó.