Los desafíos que afronta la India, según el cardenal Toppo

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Entrevista con el presidente los obispos católicos de la India

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NUEVA DELHI, lunes, 19 julio 2004 (ZENIT.org).- Además de una «gran victoria de la democracia», las recientes elecciones en la India han evidenciado en el país la «unidad en la diversidad» y el rechazo del fundamentalismo a favor de un deseo de paz y armonía, reconoció el presidente de la Conferencia de los obispos católicos de la India (CBCI), el cardenal Telesphore Placidus Toppo.

Derrotando al partido nacionalista hindú «Bharatiya Janata Party» (BJP), inesperadamente el Partido del Congreso –encabezado por Sonia Gandhi– y los partidos de izquierda cercanos a éste se adjudicaron la XIV legislatura india tras los comicios celebrados en el país entre el 20 de abril y el 10 de mayo.

El BJP, que hasta entonces había liderado el gobierno de la «Alianza Nacional Democrática» (NDA) en la India, admitió la derrota electoral y el primer ministro Atal Bihar Vajpayee dimitió.

Viuda del que fue primer ministro Rajiv Gandhi –asesinado en 1991–, nuera de Indira Gandhi y nacida en Italia, Sonia Gandhi –de 57 años– anunció, poco después de saberse el resultado electoral, que renunciaba al poder. El economista Manmohan Singh fue elegido entonces primer ministro. Gandhi sigue siendo presidente de la formación política y de su agrupación legislativa.

Dando voz a una comunidad numéricamente pequeña (la CBCI comprende a los obispos de rito latino, siro-malabar y siro-malankar, todos ellos unidos en la Iglesia católica de la India, un 1,6% de la población) pero muy vital –y reconocida por su labor social y educativa–, en esta entrevista difundida el jueves pasado por el diario católico italiano Avvenire el cardenal Toppo –arzobispo de Ranchi, en el Estado de Bihar– analiza el significado de aquellos comicios.

El pasado 21 de octubre, al ser creado cardenal, Telesphore Placidus Toppo se convirtió en el primer purpurado «adivasi» o de etnia tribal en la historia de la Iglesia en el país.

–Eminencia, ¿qué han representado estas últimas elecciones para la India?

–Cardenal Toppo: Ha sido una gran victoria de la democracia. La gente ha ejercido plenamente su derecho. Nadie se esperaba este cambio: el gobierno saliente estaba prácticamente seguro de ganar. En cambio los electores han rechazado una política demasiado cercana al fundamentalismo para elegir un nuevo gobierno. Y ello a pesar de que Vajpayee hubiera demostrado ser un buen líder.

–¿Cuáles son los desafíos principales que el nuevo gobierno enfrenta ahora?

–Cardenal Toppo: En un país tan grande, tan poblado, la pobreza permanece como el mayor desafío. No basta con dotar a las ciudades de las tecnologías más modernas. Mucha gente vive aún en los campos, en los pueblos: también ellos tienen derecho a disfrutar los beneficios del desarrollo. Se necesita un gobierno que promueva la justicia para la grandísima mayoría de los indios que viven todavía en condiciones paupérrimas. Sin justicia no tendremos paz, y sin paz no tendremos auténtico desarrollo. Quien ha vuelto a poner sus esperanzas en el Partido del Congreso hoy espera esto. Si bien todos sabemos que se necesitan años, no días.

–¿Cómo ha reaccionado la gente a la renuncia de Sonia Gandhi a dirigir el gobierno?

–Cardenal Toppo: Es una ciudadana india y era la líder de la oposición: no había, por lo tanto, ningún obstáculo técnico a su nombramiento como primera ministra. Pero Sonia sigue siendo en cualquier caso una italiana; habría sido por lo tanto difícil, para ella, guiar un gobierno indio. Muchos la habrían querido de todas formas como primera ministra, pero en mi opinión su decisión ha sido muy sabia. También porque sigue siendo como una clase de «reina madre», que entre bastidores hará oír su voz.

–La India pasa página. Pero ¿queda de todas formas el fundamentalismo hindú como una grave incógnita para el país?

–Cardenal Toppo: Ya hace algunos años dijimos que el fundamentalismo es uno de esos problemas que reaparecen de tanto en tanto y después pasan. Ahora estas elecciones generales precisamente parecen demostrarlo. Cierto, habrá que estar alerta. Pero tengo la impresión de que para la India ha comenzado una nueva etapa. Acordémonos que el nuestro es un país muy grande y que los episodios que se han producido (también con violencia y asesinatos) en cambio jamás han inflamado la India entera. No vivimos, por lo tanto, una situación como la iraquí o, mirando más cerca de nosotros, como la de Sri Lanka. Desde la independencia hasta hoy, en más de cincuenta años hemos permanecido juntos y también hemos recorrido un largo trecho del camino. Con todas nuestras lenguas y culturas somos un mundo en miniatura, un ejemplo de una posible unidad en la diversidad. Los fundamentalistas han intentado negar todo esto. Pero las elecciones han demostrado que la gente quiere paz y armonía para que la India pueda crecer como una gran nación. Están convencidos de ello sobre todo los jóvenes, que actualmente son la mayoría de la población.

–Usted ha sido el primer cristiano indio procedente de la minoría étnica de los tribales en convertirse en cardenal. ¿Qué ha experimentado?

–Cardenal Toppo: Fue una gran sorpresa: nunca había pensado en esta eventualidad. No lo veo tanto como un honor, sino como una tarea al servicio de la Iglesia universal. Y a la vez leo en ello un reconocimiento del camino que la Iglesia ha recorrido en Asia, en la India y en particular entre nosotros, los tribales. En 120-150 años, la Iglesia nos ha ayudado a descubrir nuestra dignidad con una obra de promoción humana y de liberación de las supersticiones y de los temores que tan fuertemente habían condicionado la vida de nuestros antepasados. Acepté por lo tanto este nombramiento con humildad y estoy intentando trabajar al lado del Papa por el bien de la Iglesia en Asia y en el mundo. Sin un «plan» mío, pero buscando reconocer el proyecto de Dios sobre mi gente y sobre el mundo entero.

–Cardenal Toppo: El sistema fue abolido por ley inmediatamente después de la independencia. Pero las castas no han desaparecido: aún forman parte de la vida de las personas. Requerirá tiempo: sólo el crecimiento de una nueva mentalidad podrá suprimir verdaderamente este sistema. Las influencias culturales de la globalización, cada vez más presente también en la India, pueden ser una ayuda. Pero prestando mucha atención: ¿qué otra cosa es, en el fondo, el individualismo de la nueva cultura de hoy más que otro tipo de casta? ¿Es en verdad tan diferente un sistema que exaspera el concepto de grupo de otro cuyo único interés es para sí mismos? Estoy convencido de que el único modo de derrotar verdaderamente el sistema de castas es anunciar el mandamiento de Jesús: ama al prójimo como a ti mismo. Es la experiencia que hemos vivido nosotros, los tribales: encontrando el Evangelio nos hemos descubierto libres.

–Los cristianos en la India son una pequeña minoría; los católicos sólo apenas el 1,6% de la población. Pero tienen un papel de primer orden en el sistema escolar. ¿Qué frutos ha dado este compromiso?

–Cardenal Toppo: Yo mismo soy uno de estos frutos: mis padre no sabían leer ni escribir. Y como yo muchos niños y niñas. El compromiso educativo ha permitido formar sacerdotes, pero también médicos, abogados, técnicos, en la grandísima mayoría de los casos no católicos. Es la gran contribución ha dado a la India. Todos vienen a estudiar en nuestras escuelas, todos son acogidos en nuestros hospitales. Servimos a quien quiera que sea, sin mirar castas ni religiones.

–En Calcuta lo hacía también una tal Madre Teresa…

–Cardenal Toppo: Cuando aún vivía, todos ya la consi
deraban santa. Pienso que en su obra se ha manifestado el verdadero significado del diálogo interreligioso: se dialoga con la vida, sirviendo juntos a los más pobres entre los pobres de todas las comunidades. La Madre fue un don de Dios al mundo y a la India en particular, aún un modelo de unidad en la diversidad. Y todavía hoy sigue inspirando a millones de personas.

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ZENIT Staff

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