CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 21 julio 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II se sometió este miércoles al cansancio de un viaje en coche por las afueras y la ciudad de Roma para poder recibir a los peregrinos que de otro modo no hubieran encontrado espacio en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
El padre Raniero Cantalamessa OFM Cap, predicador de la Casa Pontificia, para explicar los motivos del esfuerzo afrontado por el Papa ha subrayado la importancia que tienen las audiencias semanales, que fueron inauguradas por el Papa Pío XI.
«Creo que lo hace para dar satisfacción y alegría a muchas personas, que hacen de este encuentro de los miércoles con el Papa el objetivo de su visita a Roma», reconoce en declaraciones a «Radio Vaticano».
«Ciertamente provoca una gran alegría y lo sé por experiencia, pues también yo he acompañado en ocasiones a personas que venían del extranjero para participar en un encuentro con el Papa, en ocasiones, no católicos».
«Me han dicho que había sido lo más bello que les había sucedido en Roma», constata el fraile capuchino.
«Algún no católico me ha dicho: ¡»Un día, también nosotros podremos llamar ‘padre’ a ese hombre»! Es ciertamente un momento de construcción del Reino», constata.
«El encuentro con el Papa es el encuentro con el mensajero… –concluye– La gente quizá recuerda algunas palabras, pero sobre todo recuerda a este hombre que hace del anuncio, del servicio, del compartir la Palabra de Dios en cada circunstancia, el objetivo de la vida».