El desafío cristiano hoy: anunciar «con frescura y realismo» a Jesucristo

Entrevista con el teólogo Raúl Berzosa

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BURGOS, domingo, 25 julio 2004 (ZENIT.org).- El reto del cristiano «más que nunca» «es el anuncio con frescura y realismo de Jesucristo», confirma un teólogo.

El cristianismo explica a Zenit debe «encarnarse, discernir, evangelizar la cultura y la sociedad de su tiempo», afirma Raúl Berzosa Martínez, autor de «10 desafíos al cristianismo desde la nueva cultura emergente», editado en España por la Editorial Verbo Divino.

Este sacerdote, pro-vicario general y vicario pastoral de Burgos, es autor de otras publicaciones como «Evangelizar en una nueva cultura» o «Ser laico en la Iglesia y en el mundo».

Berzosa ha obtenido varios premios literarios, poéticos y teatrales, entre ellos, el Premio «Bravo» de la Conferencia Episcopal Española. Actualmente es profesor de teología en la Facultad de Teología del Norte de España.

–¿Estamos en un momento de gracia?

–Berzosa: Lo creo firmemente. No sólo por las grandes figuras que el Espíritu está regalando a su Iglesia y a la humanidad en este final y comienzo de milenio, sino por los desafíos tan formidables que se nos presentan y que obligan – a personas y comunidades – a purificarse y renovarse y a volver a la genuina identidad cristiana.

Más que nunca lo que se nos pide es el anuncio con frescura y realismo de Jesucristo.

–¿Qué es la mística de los ojos abiertos?

–Berzosa: Esta expresión feliz y certera, ha sido acuñada, entre ojos, por J. B. Metz. Y subraya las dos caras de una misma moneda que debe vivir todo cristianismo auténtico: amor apasionado a Dios y amor apasionado al hombre, y en él, a todo lo creado.

Lo traduciría de otra manera, en esta doble frase: dejar a Dios ser Dios, y hacer que el hombre llegue a ser lo que tiene que ser. En lenguaje más teológico, se resumiría afirmando que todo es don y tarea, gracia y compromiso.

–¿Cómo se humaniza la técnica?

–Berzosa: Humanizando al hombre o mujer que las utiliza. La técnica no es un fin; es un medio.

Pongamos por ejemplo el mundo de la cibercultura. Lo que la persona lleve y tenga en el corazón, es lo que se reflejará. Las grandes pistas y redes de la comunicación, como los espectaculares descubrimientos genéticos, llevarán la luz o la sombra según estén programados y manipulados por el hombre para ello.

No sufrimos déficit técnico, sino déficit antropológico y ético. Así me atrevía a expresarlo en cierta ocasión con acento poético: «La he mirado de frente-de lado. La he contemplado entusiasmado, sin miedo. Un éxtasis técnico-místico ha empapado súbitamente mi cuerpo y mi mente. Ahora sé por qué la máquina no habla de sí, ni de Ti, mi Señor: le falta un corazón de carne para poder decir su nombre y, sobre todo, Tu nombre».

–De la poesía a la pobreza: ¿ve la vivencia de la pobreza como signo de identidad para los cristianos?

–Berzosa: La respuesta iría en la línea anterior. La pobreza tiene que ser una medio, una mediación, no un fin.

La verdadera libertad cristiana tiene tres dimensiones o preposiciones: libres «de» ataduras, «para» vivir valores, «con» los hermanos.

Si la pobreza no se vive para facilitar una vida personal ligeros de equipaje y solidarios con los demás, y sobre todo para estar siempre en tensión y disponibles a vivir el único tesoro, el Señor y el Evangelio, la pobreza y los pobres se convierten en tiranía y el cristianismo en una mera ONG o filantropía.

Por lo demás, esto es lo que experimentan los consagrados y tantas comunidades coherentes en su vivencia cristiana.

–La Iglesia en el mundo: ¿las modalidades de presencia o mediación están superadas?

–Berzosa: Presencia mediadora y mediación presente. La disyuntiva o alternativa entre presencia y mediación ha quedado superada. Para que se me entienda, cito algunos ejemplos: ¿Qué se requieren escuelas católicas (presencia) o católicos en la escuela pública (mediación)? ¿Medios de comunicación católicos (presencia) o periodistas católicos en los mass media públicos (mediación?)

La respuesta no puede ser otra que la señalada ya por el Papa, desde 1985, en el famoso encuentro de Loreto: necesitamos las dos realidades.

Un cristianismo de mediación, con subrayado militante, y un cristianismo de presencia con subrayado de comunidad.

–¿Qué rostro de Iglesia surge ante los desafíos de la nueva cultura emergente?

–Berzosa: No se trata de reinventar la Iglesia sino de volver a las fuentes genuinas de la Tradición cristiana, como afirmó el Vaticano II y recientemente el Papa Juan Pablo en «Novo Millennio Ineunte» y «Ecclesia in Europa».

Desde la comunidad del Jesús histórico, pasando por Pentecostés y la Iglesia de los Hechos, se dan estas claves: una Iglesia apostólica, orante y dialogante, sacramento de comunión para la misión, Cuerpo vivo de Cristo, Templo del Espíritu, llena de carismas para la común edificación, servidora y defensora de la dignidad y de los derechos de la persona humana , artífice de paz y verdadera solidaridad.

Más que nunca necesitamos comunidades vivas de referencia y procesos serios de iniciación cristiana.

Yo me atrevería a pedir al Espíritu una brújula con cuatro puntos cardinales para cada cristiano y para nuestras comunidades:

Norte: amor apasionado a Jesucristo;

Sur: vivencia de comunidad eclesial;

Este: experiencia espiritual y formación permanente;

Oeste: compromiso evangelizador en todos los sectores y ambientes culturales.

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ZENIT Staff

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