CASTEL GANDOLFO, viernes, 17 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II confesó este viernes su deseo de que el año eucarístico que comenzará en octubre permita descubrir la importancia central de este sacramento.
Así lo explicó en Castel Gandolfo al encontrarse con 130 obispos recientemente nombrados que han participado en un seminario de actualización promovido por las Congregaciones vaticanas para los Obispos y para las Iglesias Orientales y que concluyó este viernes.
«Con la consagración –explicó el Santo Padre–, el obispo se convierte plenamente en maestro, sacerdote y guía de la comunidad cristiana. Por eso, en el centro de su ministerio debe estar siempre Cristo, el Maestro divino, presente tanto mediante la palabra de la Escritura como en el sacramento de la Eucaristía».
«Deseo vivamente que el Año de la Eucaristía, que iniciará el próximo 10 de octubre con la apertura del Congreso Eucarístico Internacional (Guadalajara, México), constituya una ocasión providencial para profundizar mejor en la importancia central del Sacramento eucarístico en la vida y en la actividad de cada iglesia particular», reconoció.
«Alrededor del altar se refuerzan los vínculos de la caridad fraterna y se reaviva en todos los creyentes la conciencia de pertenecer al único pueblo de Dios, del que los obispos son pastores», advirtió.
El Santo Padre recordó a los prelados su deber de «velar para que se cuide la celebración de los sacramentos y el culto en general, y que se respete el deseo de los fieles de participar en una celebración digna en la que no se improvise nada».
«Sois conscientes de que el ministerio de santificación requiere el testimonio de una vida santa. El Espíritu de Dios, que os ha santificado a través de la consagración episcopal, espera vuestra generosa respuesta cotidiana». Y concluyó: «Para confirmar lo que enseñamos es necesario el testimonio de nuestra vida».
Los obispos, procedentes de Iglesias de Oriente y Occidente llegaron hace una semana en peregrinación a la Tumba de San Pedro procedentes de unos veinte países de todo el mundo.
El Papa consideró que encuentros de obispos de este tipo «favorecen la comunicación y la comunión entre las Iglesias».