CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró este domingo que la Eucaristía refuerza el vínculo de «amor espiritual» con los difuntos antes de dirigir la oración mariana del Ángelus.
Al dirigirse a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, en una mañana lluviosa, el Santo Padre dedicó su intervención al recuerdo de los fallecidos, tema al que la piedad popular presta particular atención en el mes de noviembre.
«Dios no es de muertos, sino de vivos», dijo citando las palabras del Evangelio de ese día. «Él permanece fiel a la alianza establecida con el hombre, alianza que ni siquiera la muerte puede romper».
«Este pacto, sellado en la Pascua de Cristo, se hace constantemente actual en el sacramento de la Eucaristía», siguió diciendo el Santo Padre en el breve texto que leyó en italiano.
«En ella, por tanto, encuentra su culmen también la oración por los difuntos –añadió–. Al ofrecer por ellos la santa misa, los creyentes apoyan su purificación última. Al acercarse con fe a la santa comunión, refuerzan los vínculos de amor espiritual con ellos».
Varios pasajes del Catecismo de la Iglesia Católica recomiendan la oración por los difuntos, en particular durante la Eucaristía.
«Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular en el sacrificio eucarístico para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios», afirma el número 1032.
El Papa concluyó su intervención, en la que demostró una forma discreta de salud, deseando «que María Santísima, desde el Paraíso, interceda por todos nuestros queridos difuntos, y refuerce en nosotros, peregrinos en la tierra, la fe en la resurrección final, de la que el sacramento de la Eucaristía es prenda».