ROMA, domingo, 14 noviembre 2004 (ZENIT.org).- En las universidades pontificias multiculturales, una educación romana es algo mucho más amplio que lo que se aprende en las aulas. Esta convicción es la que condujo a una laica estadounidense a fundar un centro que ayuda a los estudiantes que pasan gran parte de su tiempo en esta ciudad.
En 1986, mientras hacía el doctorado en la Universidad Gregoriana, Donna Orsuto, se dio cuenta de la «necesidad de un lugar en Roma donde puedan vivir laicos y laicas, mientras realizan sus estudios teológicos».
«Roma está llena de seminarios, colegios mayores y casas religiosas que acogen estudiantes de las universidades pontificias –explica en una entrevista concedida a Zenit–. Pero nuestro Centro para Laicos es el único instituto que ofrece no sólo una casa para estos estudiantes, sino también un programa de formación para prepararles a servir mejor a la Iglesia y a la sociedad, una vez que acaben sus estudios».
Situado entre el Coliseo y la Basílica de San Juan de Letrán, el Centro para Laicos del «Foyer Unitas Institute» tiene una misión concreta que Orsuto me explica brevemente.
«El centro se propone ofrecer, en un ambiente católico, una comunidad residencial internacional; oportunidades de formación espiritual y un enriquecimiento educativo a laicos y laicas que estudian teología en las universidades pontificias de Roma», afirma.
«Algo importante que el centro ofrece a todos son momentos para orar juntos, especialmente las Vísperas», la oración de la Iglesia al anochecer.
«Nuestra oración en común es sencilla y no siempre en buen italiano –y me pregunto si Dios entiende lo que decimos con nuestro fuerte acento–, pero hay algo sagrado en este pequeño grupo procedente de Alemania, Ghana, Japón, Ruanda, Suiza y Estados Unidos, que se une a la Iglesia reunida en todo el mundo para elevar esta oración a Dios».
«Las ocasiones para un diálogo ecuménico e interreligioso informal son también un aspecto integral de una formación sólida –dice–. Los intercambios culturales, el diálogo sobre temas sociales y las visitas culturales, son grandes oportunidades de educación que ofrece Roma».
El Centro está empeñado en promover diversas formas de diálogo. Orsuto pone el ejemplo de una conferencia que ha patrocinado recientemente sobre «Educación católica y aplicación de la «Nostra Aetate»», la declaración del Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Hace unos meses se celebró también un coloquio sobre «Hambre en el mundo: diálogo entre periodistas, teólogos y diplomáticos».
Orsuto ha contribuido también a iniciar el «Vincent Pallotti Institute» (VPI), que ofrece una serie de cursos abiertos.
Robert White, asistente de los directores del VPI, explica que cada jueves por la mañana «una multitud variada –profesionales, diplomáticos, padres, etc–, viene al centro a aprender más sobre la Iglesia católica y su tradición teológica de manera que pueda inspirarles a vivir su fe cotidianamente».
«El VPI es un programa único que ofrece a los laicos cursos excelentes de Escritura y teología durante todo el año, junto a sugerencias prácticas de cómo comunicar la fe, construir la comunidad y servir a los demás: en casa, en la parroquia, en el trabajo, en la comunidad cívica –dice White–. Los profesores del instituto son expertos en estas materias procedentes de diversas universidades pontificias».
Una mirada al programa muestra que uno de los profesores participantes en el VPI es el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, al arzobispo Michael Fitzgerald.
Otro profesor, que acaba de terminar una serie sobre sufrimiento y muerte y que empezará uno sobre el Evangelio de Juan, es el padre sacramentino Anthony McSweeney.
El padre MacSweeney, normalmente invitado como experto en Biblia, dice que la experiencia de enseñar en el centro es «desafiante e iluminadora» debido a que «los laicos, a diferencia del clero, realizan preguntas más cercanas a los acontecimientos cotidianos, fuera de las fronteras de la Iglesia como institución».
«La fascinante encrucijada y la presencia ecuménica entre estos estudiantes es numerosa y tengo que tener cuidado a la hora de traducir la terminología teológica en una más comprensible en la práctica –reconoce el padre McSweeney–. Es una gran responsabilidad».
White afirma que el VPI es también la sede romana en lengua inglesa de un programa estadounidense, iniciado en 1970 por la hermana Julie Blande, llamado EPS. «Su idea era proporcionar algún tipo de programa formativo a los laicos como respuesta al llamamiento del Concilio Vaticano II a la participación de todo el pueblo de Dios… en la vida y misión de la Iglesia».
Esto coincide con la idea del santo italiano Vincenzo Pallotti (1795- 1850), que da nombre al instituto. Entre otras cosas, este santo fundó un programa para que los laicos se asociaran al apostolado de los sacerdotes. Inició también la dedicación de la octava de Epifanía a pedir por la reunificación de las Iglesias cristianas.
Es posible visitar el Centro para Laicos del «Foyer Unitas Institute» en http://www.laycentre.org