Un cristiano en las cárceles saudíes por «evangelizar»

Tras su liberación, Brian Savio O’Connor comparte su testimonio

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HUBLI, viernes, 26 noviembre 2004 (ZENIT.org).- «En las prisiones saudíes hay muchos otros “Brian” que necesitan vuestra ayuda»: con este llamamiento el cristiano protestante de origen indio Brian Savio O’Connor – durante más de siete meses encarcelado, encadenado y torturado en Arabia Saudí bajo la acusación de «evangelizar»– compartió con la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras («AsiaNews») su experiencia de sufrimiento y de fe.

El 1 de noviembre pasado fue puesto en libertad de improviso tras una campaña internacional lanzada en la India, Europa y América.

Originario del Estado de Karnataka, O’Connor –de 36 años– llegó en 1998 a Arabia Saudí aceptando trabajar en la sección de equipajes para la compañía aérea saudí «Saudi Arabian Airlines». En su tiempo libre organizaba encuentros bíblicos en privado con pakistaníes y árabes, y tenía un centenar de DVD de temática bíblica, 60 videos con predicaciones de un pastor y una versión digital de la Biblia en su ordenador.

El 25 de marzo recibió una llamada telefónica de un desconocido, Joseph: «Decía que era amigo de un tal Orlando y que quería encontrarse conmigo para hablar de cristianismo. Yo no conocía a ningún Orlando y sospeché. En cualquier caso le invité a venir a mi casa (…). El hombre llamado Joseph insiste en que deberíamos encontrarnos fuera, en un bar de enfrente. (…) Me dijo que era egipcio», pero «tenía un fuerte acento saudí», recuerda O’Connor.

«En cuanto salí descubrí que había esperando tres coches llenos de policías religiosos. (…) Me agarraron, me metieron en uno de los coches y me llevaron a una mezquita. La policía islámica me encadenó los pies» hasta quedar colgado «cabeza abajo haciéndome oscilar –describe–. (…) Durante más de una hora me pegaron balanceándome cabeza abajo: me daban puñetazos, patadas, latigazos. No podía protegerme de los golpes en la cara porque tenía las manos atadas a la espalda».

«Entre una tortura y otra me ordenan firmar mi confesión, o sea, que poseía los CD y los DVD bíblicos y que evangelizaba en Arabia Saudí. A esta acusación les respondí que los encuentros religiosos en privado no son ilegales, pero siguieron insistiendo en que la práctica de todo credo diferente del Islam está prohibida», apunta O’Connor añadiendo que también rechazó firmar una confesión relativa a una falsa acusación por venta de alcohol.

Ya en prisión, «débil y atemorizado» –reconoce–, «no sabía qué otras acusaciones podían montar contra mí»; «viví en una celda con otros 17» –«condenados por homicidio, tráfico de drogas y otros delitos graves»–; «los pocos guardias vigilaban nuestros movimientos y conversaciones», «había telecámaras por todas partes». Con todo, los amigos de Brian lograron hacerle llegar un teléfono móvil que le permitió estar en contacto con el exterior.

En cualquier caso, su paso por la cárcel lo considera una «bendición camuflada»: «me siento privilegiado de haber sufrido por causa de Jesús» –afirma– y «mi presencia en prisión llevó al menos a 21 personas a conocer a Cristo»; «gracias a esta aventura, mi fe y mi resistencia han crecido».

Acusado de venta de alcohol, uso de drogas, posesión de material pornográfico y difusión del cristianismo, el 15 de septiembre O’Connor fue llevado ante el tribunal de Riad. Por estos cargos podía enfrentar, según la ley saudí, hasta cadena perpetua. La familia de O’Connor y el propio acusado siempre desmintieron categóricamente las acusaciones.

El juez apartó la acusación de evangelización de las demás, adjudicándola a un tribunal superior; por las otras fue juzgado en el momento y se citaron como testigos a los policías islámicos.

Entretanto, en el mundo se había lanzado una campaña pidiendo su liberación. El príncipe Naif, segundo en orden de importancia en la casa real saudí, envió una orden escrita al tribunal para cerrar el caso y suprimir las acusaciones contra el ciudadano indio. Pero el 20 de octubre el tribunal se reunió para juzgarle sólo por la acusación de venta de alcohol.

«Sorprendentemente» –recalcó entonces la agencia del PIME– las otras acusaciones no fueron formuladas nuevamente, como en anteriores ocasiones. Fue condenado a 10 meses de cárcel y 300 latigazos.

«Ya había pasado siete meses en prisión; me quedaban otros tres. En cuanto a los latigazos, gracias a Dios no lo hicieron. Pero es curioso que, a pesar de la orden del príncipe Naif, yo permanecía aún en prisión –señala O’Connor en su relato–: parece como si no hubiera coordinación entre la policía islámica y el gobierno».

«De todas formas, una noche me llevaron en coche al aeropuerto y me embarcaron a Bombay, donde fui recibido por mis hermanos en la fe», añade.

e-campaña («Salvad al cristiano O’Connor») y e-victoria

En cuanto a la campaña internacional por su liberación, Brian Savio O’Connor aprovechó su testimonio, difundido el jueves pasado, para expresar su sincero agradecimiento a «AsiaNews» y a «Christian Solidarity Worldwide», así como a «All India Christian Council» por su apoyo.

«Pero quiero también dejaros una tarea: en las prisiones saudíes hay aún muchos otros “Brian” que necesitan vuestra ayuda», exhortó.

Con ocho millones de extranjeros trabajando en su territorio, en Arabia Saudí no hay libertad religiosa. Todas las religiones distintas del Islam wahhabita están excluidas de la vida pública. La ley sólo permite a título privado la práctica de religiones diferentes al Islam, si bien los recientes sucesos lo desmienten.

La religión más afectada por el régimen saudí es la cristiana. Fuetes locales de «AsiaNews» confirman que en las cárceles saudíes hay aún numerosos cristianos detenidos por motivos religiosos.

Fue en mayo cuando se difundió en Europa la noticia de la detención del cristiano indio –de cuya situación se fue haciendo eco también Zenit–. John Dayal, presidente de «All India Catholic Union», organismo que representa a 16 millones de católicos indios, y secretario general de «All India Christian Council» –que representa a cristianos de diversas confesiones–, envió una carta al rey saudí Fahd bin Abdulaziz Al Saud pidiendo la liberación de O’Connor.

El llamamiento de Dayal entró en el circuito mediático y fue relanzado por la agencia del PIME y otras agencias internacionales, así como por el sitio católico italiano www.stranocristiano.it con su campaña «Salvad al cristiano O’Connor».

La iniciativa –denominada «e-campaña» por su modalidad— proporcionó un breve llamamiento a favor de O’Connor para ser enviado por correo electrónico al embajador de Arabia Saudí en Roma, al representante italiano en Riad y a la oficina saudí de la ONU.

Diversas entidades que hacían seguimiento del caso del ciudadano indio –entre ellas «Middle East Concern»–, detectaron una creciente presión de algunos Estados sobre las autoridades saudíes por la liberación de O’Connor, especialmente por parte de los gobiernos estadounidense y canadiense. También la embajada india en Arabia Saudí denotó el interés de medios de prensa, embajadas, gobiernos y ciudadanos por la situación del cristiano.

En poco tiempo, varios sitios de Internet católicos, evangélicos y protestantes relanzaron la campaña en todo el mundo, de la que se hicieron eco portales web en inglés y español, entidades estadounidenses, inglesas y españolas y algunos importantes órganos de prensa italianos.

Junto a esta iniciativa de denuncia se unió otra de solidaridad dirigida específicamente a Brian Savio O’Connor con el envío de tarjetas y cart
as de cercanía de otros cristianos de distintos países. La noticia de estas dos campañas llegó a oídos del tribunal de Deerah (cerca de Riad) que procesaba al ciudadano indio, cuyos jueces tacharon a O’Connor de ser «líder de un grupo patrocinado por fuerzas extranjeras para promover el cristianismo en el país». A principios de mes, de improviso, fue puesto en libertad y expulsado del país.

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ZENIT Staff

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