CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 23 febrero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo cuenta por primera vez los detalles del atentado que sufrió en la plaza de San Pedro, el 13 de mayo del 1981, en el epílogo del libro «Memoria e Identidad», publicado este miércoles.
«El Papa tiene la convicción que Alí Agca no actuó casualmente», reconoció Joaquín Navarro-Valls este martes por la tarde al presentar el volumen en Roma.
Al explicar lo sucedido en aquel atentado el Papa abre su corazón para «descubrir otra forma de mal», reveló el portavoz vaticano.
El director de la Oficina de Prensa del Vaticano constató que en el epílogo de este libro «se observa cómo Alí Agca, ya desde su conversación con el Papa en la cárcel, estaba totalmente obsesionado con el misterio de Fátima: no comprendía cómo algo que tenía que haber controlado técnicamente, el atentado contra el Papa, no sucedió como estaba previsto».
Ahora bien, aclara el portavoz, «Alí Agca se ocupa sólo de cuestiones técnicas y no morales», destacando, por ejemplo, que «no pidió perdón al Papa».
En el mismo acto, que tuvo lugar en el Palacio Colonna de Roma, el cardenal Joseph Ratzinger reveló en respuesta a preguntas de los periodistas que él también ha recibido cartas de Alí Agca
«También me ha escrito diciéndome: «dígame cuál es este misterio de Fátima»», reveló el cardenal Ratzinger, explicando que «Alí Agca estaba convencido de que en él encontraría una respuesta técnica a un misterio incomprensible: el motivo por el que no funcionó el atentado contra el Papa».
Tras la muerte de sor Lucía, la vidente de Fátima, el 15 de febrero, Agca envió a un periódico un texto que lleva por título «Carta abierta al Vaticano», en el que expresa su pesar por la muerte de la religiosa, insiste en que el secreto de Fátima está vinculado al fin del mundo, y pide al Vaticano que revele la identidad del Anticristo.
«Son delirios, una obsesión que tiene desde hace años Alí Agca», comentó con los periodistas televisivos, al margen de la presentación Navarro Valls.
En el epílogo de su libro, el Papa comenta el momento del atentado: «Todo esto ha sido un testimonio de la gracia divina: Agca sabía disparar, y ciertamente tiró a dar. Parece como si alguien desvió la bala».
El libro recoge una conversación entre el Papa y su secretario personal, el arzobispo Stanislaw Dziwisz, sobre aquel dramático acontecimiento. Monseñor Dziwisz es directo: «Agca disparó para matar. Aquel disparo debía ser mortal».
El Papa escribe en el epílogo que «tenía la sensación de que habría sobrevivido: sufría, y este era un motivo para tener miedo, pero tenía una extraña confianza».
«Le dije a don Stansilaw que perdonaba al autor del atentado», evoca el Papa.
El epílogo recoge también el testimonio de la visita de Juan Pablo II a Alí Agca a la cárcel, en las Navidades del 1983. «Alì Agca, como dicen todos, es un asesino profesional. Esto quiete decir que el atentado no fue iniciativa suya, otro lo ideó, otro lo había encargado».
«Durante todo el encuentro quedó claro que Alì Agca seguía preguntándose cómo era posible que el atentado no hubiera funcionado», recuerda Juan Pablo II.
El Papa cree que «probablemente Alí Agca intuyó que, por encima de su poder, más allá del poder de disparar y matar, había una potencia más elevada. Y entonces había comenzado a buscarla. Mi deseo es que la haya encontrado».