ROMA, domingo, 6 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II, desde su habitación en el Policlínico Gemelli, ha hecho público su dolor por la muerte del agente de los servicios secretos italianos, Nicola Calipari, fallecido en la operación de liberación de la periodista italiana en Irak.
El Santo Padre había sido informado este viernes de la liberación de Giuliana Sgrena y ya en ese momento fuentes del Vaticano habían filtrado la alegría del Santo Padre, que públicamente había dirigido el 13 de febrero un llamamiento a sus secuestradores por su libertad.
Poco después la alegría se convirtió en dolor cuando al pontífice le informaron que, tras la operación, el vehículo que llevaba a Sgrena al aeropuerto de Bagdad de regreso a Italia fue alcanzado por disparos de bala en un puesto de control establecido por soldados estadounidenses.
La periodista quedó herida, mientras que Calipari, quien la cubrió con el cuerpo, falleció en el acto. Oficiales del ejército italiano dijeron que otros dos agentes fueron heridos.
El Santo Padre envió este sábado un mensaje de pésame al padre Mauricio Calipari, oficial de la Academia Pontificia para la Vida y profesor en la Facultad de Bioética del «Ateneo Regina Apostolorum», hermano del agente italiano.
En el texto, hecho llegar por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, el obispo de Roma expresa «profunda cercanía espiritual» a los familiares de Calipari, en particular a la madre y a su esposa (con quien tiene dos hijos).
El Papa admira el «heroico gesto» con el que el agente dio su vida para salvar a la de la periodista, «suscitado por el sentido del deber y sentimientos de virtud cristiana» y «eleva fervientes oraciones por su alma».
El padre Maurizio fue el sacerdote que bendijo el cuerpo del hermano cuando el féretro descendió del avión que le ha devuelto a su patria en el aeropuerto de Ciampino, en Roma.
Juan Pablo II también envió un telegrama a Silvio Berlusconi, presidente del Consejo de Ministros del gobierno italiano, en el que expresa su «complacencia por el trabajo realizado por usted y por el gobierno italiano, y por cuantos han trabajado generosamente por el feliz éxito del deplorable secuestro».
Asimismo, el Papa expresa a Berlusconi su pésame por el fallecimiento de Calipari.