VALENCIA, miércoles, 9 marzo 2005 (ZENIT.org).- La ansiedad infantil está en aumento reconoce el doctor en Psicología José Gil, quien ha impartido junto a otros psicólogos un curso sobre el argumento en la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir».

«Cerca del 40 por ciento de los niños y jóvenes de entre uno y 16 años padecen alguna vez un problema de ansiedad, depresión o fobia», advierte el profesor.

Recientes estudios estadísticos demuestran que el 10 por ciento de los niños presenta un trastorno por ansiedad, que puede detectarse a través de síntomas como taquicardias o arritmias, problemas respiratorios y del aparato digestivo, como vómitos, diarreas o dolores intestinales.

Para comprender mejor este fenómeno Zenit ha entrevistado al doctor Gil.

--¿Cómo se define la ansiedad infantil?

--José Gil: Cuando nuestro organismo interpreta que está en peligro se prepara para «la lucha o la huida», para ello se activa, para poder defenderse con mayor eficacia, esa respuesta es completamente normal, pero en ocasiones esa activación es exagerada porque interpretamos que el peligro es mayor. Los niños, sobre todo los que tienen mucha imaginación, ven muchas ocasiones de peligro, que no conocen, que no dominan, que les resultan extrañas, o en las que ven la reacción ansiosa de los adultos. En esas ocasiones responden con ansiedad.

--¿En qué se diferencia de la ansiedad adulta?

--José Gil: La ansiedad en los niños puede ser evolutiva. Es normal que un niño de dos años tenga ansiedad de separación y miedo a los extraños, como un mecanismo de defensa, también es normal que un niño de cuatro o cinco años, cuando empieza a despertar su fantasía, tenga miedo a los fantasmas y demás figuras fantásticas. Pero cuando estas ansiedades perduran es cuando se consideran patológicas.

--¿Está provocada por factores internos o externos?

--José Gil: Influyen tanto los factores internos como los externos. El niño tiene una mayor o menos facilidad de responder o activar su organismo de forma exagerada, eso es biológico u orgánico. Pero el ambiente en el que vive ese niño puede ser más o menos organizado, con situaciones más o menos claras, que le den seguridad o no. Por tanto dependerá de esos factores externos el que sufra más o menos condicionamientos.

--¿Cómo influye la educación y qué pautas hay que seguir?

--José Gil: Por lo visto hasta ahora, los ambientes en los que haya unas normas claras y coherentes son los que menos ansiedad provocan. El niño tiene que aprender que tiene un control sobre su ambiente, que con su conducta puede controlar las consecuencias ambientales. Si un niño se salta una norma y no ocurre nada porque su padre está de buen humor y otro día sin saltarse ninguna norma su padre lo castiga, ese niño aprende que su ambiente no es controlable, eso se llama «indefensión aprendida».

--Las familias desestructuradas, ¿padecen una ansiedad específica?

--José Gil: Efectivamente las familias desestructuradas tienen más problemas de ansiedad, también de depresión.

--La alimentación y el deporte, ¿desactivan los mecanismos de la ansiedad o no?

--José Gil: El deporte sí. Cuando nuestro organismo se activa porque está en peligro, esa activación es fisiológica, si no se descarga esa activación exagerada podemos encontrarnos con lo que son las enfermedades psicosomáticos, por eso es bueno el ejercicio físico. Una buena alimentación siempre ayuda al organismo a regular sus estados emocionales negativos.

Obispos de Nicaragua advierten que la ley de igualdad de derechos promueve el aborto

MANAGUA, miércoles, 9 marzo 2005 (ZENIT.org).- Ante el anteproyecto de ley sobre Igualdad de Derechos, aprobada por la Comisión de la Mujer de la Asamblea Legislativa y presentada este miércoles ante el Plenario, los obispos católicos de Nicaragua consideran que «esta ley esta diseñada para imponer la ideología radical de género promovida por las Naciones Unidas y por otros Organismos Internacionales».