LONDRES, sábado, 19 marzo 2005 (ZENIT.org).- Una organización que reúne a las principales iglesias cristianas de Gran Bretaña ha pedido una mayor atención al área de la justicia social como preparación a las elecciones nacionales en el Reino Unido. Churches Together in Britain and Ireland (CTBI) publicaba el 28 de febrero un documento de debate, «Prosperidad con un propósito».

El documento «pide que se lleve a cabo un ataque a la pobreza mediante la creación de riqueza basada en la economía de mercado», explicaba una nota de prensa. El documento pide un nuevo y más amplio sentido de la solidaridad, junto con una profunda renovación de la sociedad civil.

Las iglesias reconocen la contribución positiva de la economía de mercado. «Bajo las condiciones apropiadas, el desarrollo económico puede servir a los propósitos de Dios», afirman. Las condiciones subrayadas en el documento son las siguientes:

-- Que se vea a la humanidad como una única familia, con un lazo universal de solidaridad.

-- Que la creación de riqueza y la búsqueda de la justicia social están intrínsecamente unidas.

-- Que las fuerzas del mercado animen el desarrollo económico pero que estén reguladas en interés de la comunidad.

-- Que se salvaguarde el medio ambiente mediante esfuerzos sustanciales para mitigar los daños causados por la polución.

-- Que el progreso de la prosperidad no deje a nadie tras de sí, ni a los niños, ni a los jubilados, ni a quienes tienen a cargo familias, ni a las personas discapacitadas, ni a ningún otro sector que sea vulnerable o susceptible de ser descuidado.

-- Que, a nivel global, se dé prioridad a aquellos cuyas economías se ven abrumadas por una deuda internacional inmanejable o son víctimas de las condiciones injustas del comercio internacional.

-- Que se renueven las estructuras de la sociedad civil para que las comunidades locales puedan crear su propio futuro.

Los avances para lograr estas condiciones han sido hasta ahora «desiguales», sostiene la CTBI. La pobreza se ha reducido en algunas áreas, pero aumenta en otras.

Compartir los frutos
Para mejorar en estas materias, se subrayan algunos principios que inspiren la actividad económica. En general, los principios piden una mayor atención por el pobre y por el bien común, de manera que los frutos de la prosperidad económica se compartan de modo equitativo. El documento pide, sobre todo, que se dé prioridad a las consideraciones morales para evitar los problemas asociados con la desigualdad económica, el consumismo y la exclusión de algunos grupos de los beneficios del desarrollo.

En cuanto a la pobreza en Gran Bretaña, el documento sostiene que es necesario revisar la estrategia anti pobreza del gobierno, que no ha logrado remediar el problema de un modo satisfactorio. También se mencionan algunos puntos en particular. El documento está a favor de un salario mínimo y del establecimiento de un «salario vital», que pueda lograrse combinando las aportaciones de los empresarios y del estado.

La CTBI también observa que quienes tienen bajos ingresos también se enfrentan a problemas debido a las dificultades en la obtención de créditos, y cuando los logran suelen estar obligados a pagar tipos de interés excesivamente altos.

El documento de debate también trata la arena internacional, indicando: «Es de obligación el caso moral de contribuir a que se comparta más la riqueza nacional para erradicar la pobreza en otros países». Las deficiencias de los mercados internacionales y los problemas relacionados con los movimientos mundiales de capital dejan «a algunas personas de las más pobres y vulnerables del mundo a merced de grandes dificultades e injusticias».

Otro tema tratado es la aportación de las iglesias cristianas para determinar la política económica. Un punto de partida esencial para cualquier reflexión sobre la prosperidad «tiene que comenzar de la dignidad inalienable y el valor infinito de la persona humana individual», defiende la CTBI.

Además, las iglesias cristianas, continúa el documento, «comparten un compromiso por la justicia social, a nivel nacional y mundial, que fluye de una convicción profunda de que es el mismo Cristo quien les ordena que identifiquen y se opongan a la injusticia y opresión cometidas contra cualquier persona, sin importar su estado o condición».

Y aunque en muchos países se reduce la pobreza, el informe añade que «cuanto más próspera sea una sociedad, más importante es para la justicia social y para la cohesión comunitaria que no se deje a nadie atrás».

Asegurar la justicia social no es sólo proteger a quienes están en necesidad. «Es también una responsabilidad mutua a todos los niveles, y un compromiso compartido por el bien común». Es por ello necesario que los sectores de la sociedad con mayores ingresos reconozcan la responsabilidad que tienen en el bienestar de los demás.

El documento explica además que la justicia social no se limita a cuestiones de riqueza. También constituyen un desafío problemas como el equilibrio entre trabajo y vida familiar, la fractura en las relaciones comunitarias, y el deterioro físico y social del medio ambiente. Estas condiciones pueden crear «un malestar espiritual y una forma de pobreza diferente», observa el estudio.

Y es también importante recordar la parábola del joven rico del Evangelio, añade el documento. Crear riqueza y acumular posesiones no deberían convertirse en una actitud que lo abarque todo. Además, «una vez que se ha alcanzado un cierto nivel de éxito material, más riqueza no conduce automáticamente a la felicidad, y a menudo nos aleja de ella».

La economía moderna
Se ha criticado a las iglesias en el pasado por una visión excesivamente negativa de la actividad económica, admite el documento. «Por el contrario, esta actividad es algo que hay que celebrar», establece el CTBI.

Subir el estándar de la vida comunitaria, y así ayudar al pobre «es parte de la voluntad de Dios para la humanidad». De hecho, los cristianos necesitan reconocer que el progreso económico «es, directa e indirectamente, uno de los principales motores del progreso y de mayor bienestar en la edad moderna, y hay que agradecérselo a Dios».

Pero, añade el documento, «la búsqueda del beneficio como un fin en sí mismo con frecuencia da como resultado dificultades e injusticias». Por lo tanto, es necesario que el funcionamiento de las leyes económicas se atempere por la intervención gubernamental que corrija las injusticias y remedie las situaciones en las que el mercado no logra atender adecuadamente las necesidades de la sociedad.

Otro medio para afrontar estos problemas es asegurar entre los hombres de negocios y las empresas un mayor respeto por los principios éticos. Un compromiso por las prácticas de negocios honestas, remuneración justa de los empleados, y mantener un mínimo nivel de confianza y responsabilidad son elementos necesarios para asegurar el bien común. Junto al capital económico, la comunidad necesita un bagaje de «capital moral», que es esencial para guiar la actividad económica.

Fomentar la moralidad y la virtud en la sociedad es tarea de las iglesias y de los padres, establece el documento. Los medios de comunicación y el sistema legal también juegan un papel a la hora de fijar un tono moral.

El documento también reconoce que es necesario un mayor nivel de sofisticación económica por parte de quienes trabajan por la justicia social. «Los principios morales aplicados de modo simplista y sin el debido respeto por el análisis económico pueden llevar fácilmente a soluciones erróneas», advierte. Por ello, las iglesias necesitan servirse de la maestría de aquellos de sus miembros que sean especialistas en el campo de la economía y los negocios.

El documento indica que los cristia nos quieren contribuir al debate nacional que precederá a las próximas elecciones al Parlamento Británico, así como intervenir en las elecciones locales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Pero, añade el documento, «ninguna de las iglesias que participan en este estudio quiere que éste sea visto como un dictado a sus miembros de cómo tienen que votar». Más bien, el propósito del documento de la CTBI es hacer «una aportación no partidista» al debate.