CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 13 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha recordado que, según la doctrina de la Iglesia, nadie que sea consciente de estar en pecado mortal puede comulgar.

El Papa confirma la enseñanza tradicional del magisterio en un mensaje, publicado este sábado por la Santa Sede, dirigido a los jóvenes sacerdotes que han participado en esta semana en un curso sobre el «fuero interno» --las cuestiones de conciencia--, organizado por el Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, cuyo presidente es el penitenciario mayor, el cardenal estadounidense James Francis Stafford.

En este año dedicado a la Eucaristía (octubre 2004-octubre 2005), el Santo Padre ha querido dedicar su misiva, que está firmada el 8 de marzo en el Policlínico Agostino Gemelli, a la relación que existe entre este sacramento y el sacramento de la confesión.

«Vivimos en una sociedad que parece haber perdido con frecuencia el sentido de Dios y del pecado --constata el Papa--. Por tanto, se hace más urgente en este contexto la invitación de Cristo a la conversión, que presupone la confesión consciente de los propios pecados y la relativa petición de perdón y de salvación».

«El sacerdote, en el ejercicio de su ministerio, sabe que actúa "en la persona de Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo", y por este motivo tiene que alimentar en su interior sus sentimientos, aumentar en él mismo la caridad de Jesús, maestro y pastor, médico de almas y cuerpos, guía espiritual, juez justo y misericordioso».

«En la tradición de la Iglesia, la reconciliación sacramental siempre ha sido considerada en íntima relación con el banquete del sacrificio de la Eucaristía, memorial de nuestra redención», sigue recordando.

«Ya en las primeras comunidades cristianas se experimentaba la necesidad de prepararse con una digna conducta de vida para celebrar la fracción del pan eucarístico, que es "comunión" con el cuerpo y la sangre del Señor y "comunión" ("koinonia") con los creyentes que forman un solo cuerpo, pues se alimentan con el mismo cuerpo de Cristo».

Por eso, el pontífice recuerda la advertencia de san Pablo a los Corintios cuando decía: «quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor» (1 Corintios, 11, 27).

«En el rito de la santa misa, muchos elementos subrayan esta exigencia de purificación y de conversión: desde el acto penitencial inicial hasta la oraciones para pedir perdón; desde el gesto de paz hasta las oraciones que los sacerdotes y los fieles recitan antes de la comunión», indica el Papa.

«Sólo quien tiene sincera conciencia de no haber cometido un pecado mortal puede recibir el Cuerpo de Cristo», asegura el mensaje pontificio recordando la doctrina del Concilio de Trento. «Y esta sigue siendo la enseñanza de la Iglesia también hoy».

El Catecismo de la Iglesia Católica explica la diferencia entre el pecado venial y el pecado mortal de los números 1854 a 1864).