«El sufrimiento del Santo Padre nos hace sufrir mucho, porque le queremos, por ello, ofrecemos todo por su pronta curación», afirma el sacerdote en declaraciones a la agencia misionera de la Santa Sede, «Fides».
El Padre Serpa subraya también que las 160 alumnas del instituto Superior parroquial Nuestra Señora de Montserrat siguen con grande atención y ansiedad las noticias sobre el Sumo Pontífice. También ellas se unieron inmediatamente a esta «cadena de oración y sacrificios que quiere ser un abrazo cariñoso en torno al Santo Padre para ayudarlo en este momento».
El instituto Nuestra Señora de Montserrat es un centro administrado por la parroquia que acoge chicas pobres procedentes de las zonas más deprimidas del Perú, especialmente de las comunidades indígenas y de la zona de la selva, y les ofrece alojamiento, ropa, formación religiosa-espiritual, humana y un título profesional.
Al término de los estudios, en régimen de internado, las chicas consiguen un diploma que las habilita para asumir papeles de dirigentes en sus comunidades de origen, o bien iniciar pequeñas empresas.
Muchas chicas piden continuar los estudios, y el instituto asume el honor de continuar ayudándolas hasta que concluyen su formación. Algunas son asumidas de forma regular en el instituto para trabajar o eligen quedarse para ayudar a las nuevas alumnas.
En Manchay, una de las zonas más pobres en Lima, en la parroquia del Espíritu Santo, «las iniciativas para hacer sentir al Santo Padre la cercanía y el recuerdo constante de todos los que lo aman como Padre, se multiplica» afirma el padre José Chuquillanqui, párroco de Manchay.
«Todos los días se ofrecen el Rosario y la Misa por sus intenciones y su salud». Este domingo se celebró en la capilla dedicada a la Virgen del Rosario, con la participación de unas dos mil personas.
El lunes serán cerca de 800 los estudiantes de las Escuelas de infancia, Primaria y Media, que se reunirán para rezar por la salud del Papa. El instituto Superior Tecnológico de Manchay que se ha comenzado a construir, estará dedicado a Juan Pablo II, como muestra de gratitud por su continua defensa de los pobres y los excluidos.