«Los presos ya habían elevado oraciones por la salud de Juan Pablo II, especialmente durante las misas que se celebran en el centro, cuando fue ingresado a principios del mes de febrero en el policlínico Gemelli, a causa de un cuadro gripal», afirma el padre Juan Carlos Fortón Ledesma, secretario diocesano de la pastoral penitenciaria de la diócesis y uno de los cuatro capellanes que trabajan en la prisión de Picassent (Valencia).
«Pero ahora, al conocer la noticia de su recaída y nuevo ingreso en el hospital, ellos mismos, de forma espontánea, han querido intensificar sus plegarias», añade el sacerdote.
«En la cárcel hay un total de 2800 presos –revela–. Nosotros celebramos varias misas los sábados por la tarde y domingos, según los distintos módulos en que están divididos los presos. También hay voluntarios que realizan liturgias de la Palabra. Procuramos que todos participen de forma espontánea y familiar».
«Yo les mantengo siempre informados de todo lo que ocurre en el mundo –informa–. Y ahora, cuando han sabido de la salud precaria del Santo Padre, elevan continuamente oraciones de forma espontánea pidiendo por su pronta recuperación. Ellos son muy sensibles a todos los problemas del mundo. Por ejemplo, se abrió una cuenta para colaborar con Manos Unidas en favor de las victimas del maremoto en la India y los presos colaboraron cada uno según sus posibilidades».