CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 7 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido este lunes que la Iglesia católica en Grecia, constituida por una pequeña minoría, pueda contar con un estatuto jurídico en ese país, como sucede en el resto de la Unión Europea.
La petición del Santo Padre se expone en el mensaje que desde el Policlínico Agostino Gemelli ha enviado al nuevo embajador de Grecia ante la Santa Sede, Stavros Lykidis.
En el texto escrito en francés, entregado al diplomático de carrera por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, el pontífice reconoce la importancia que el gobierno de griego atribuye a la presencia católica en el país.
«Sería oportuno que la Iglesia católica, continuando un diálogo abierto y constructivo con todos los responsables afectados, pueda tener el estatuto jurídico que le corresponde y que sería el signo del reconocimiento pleno de sus derechos», considera el mensaje pontificio.
El obispo de Roma aclara que esta práctica se da «en el conjunto de los países de la Unión Europea».
Los casi once millones de griegos son, en un 97% ortodoxos y la Iglesia ortodoxa es la religión oficial del Estado, según se reconoce en el artículo 3 de la Constitución.
En estos momentos, en Grecia hay unos 200.000 católicos, según explica la página web de la Iglesia católica en Grecia (http://www.cathecclesia.gr).
A los 50.000 católicos griegos de origen, se les añaden inmigrantes o refugiados procedentes en particular de Polonia (40.000), de Filipinas (45.000) y de Irak (14.000) y de otros países.
La misiva del Papa, tras recordar que las raíces cristianas de Grecia se hunden en la predicación del apóstol san Pablo, reconoce que «no olvida su herencia de fe cristiana, uno de los elementos constitutivos de la nación».
Por este motivo, explica, «la Iglesia católica está comprometida en un diálogo fraterno con la Iglesia ortodoxa y sabe que sus fieles que viven en Grecia no tienen otro deseo que el de vivir cotidianamente este diálogo, con la preocupación de participar plenamente en la vida económica, política y social del país».
El pontífice aprovecha la oportunidad para enviar su saludo al arzobispo ortodoxo de Atenas, Christodoulos, quien le acogió cordialmente durante su peregrinación tras las huellas del apóstol Pablo que le llevó en mayo de 2001 por Grecia, Siria y Malta.