CUDAD DEL VATICANO, miércoles, 9 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II abogó este miércoles a favor de la colaboración entre los creyentes, en particular entre católicos y ortodoxos, a favor de la paz y el respeto de los derechos de toda persona.
La propuesta forma parte del mensaje que envió desde el Hospital Gemelli de Roma a la nueva embajadora de la República de Georgia ante la Santa Sede, la princesa Khétévane Bagration de Moukhrani, quien presentó sus cartas credenciales en el Vaticano ante el cardenal Angelo Sodano Secretario de Estado.
«Hoy más que nunca los creyentes están llamados a unir sus fuerzas para sentar los cimientos sólidos de una auténtica renovación social, contribuyendo a la formación de las conciencias por los caminos de paz y de respeto por la inviolable dignidad y por los derechos de cada persona», explica.
Esta cooperación, indica el mensaje pontificio, implica «la eliminación en su misma raíz de toda forma de hostilidad, de prejuicio y de discordia».
Tras recordar que los católicos en Georgia, país de menos de cinco millones de habitantes, son una minoría (no llegan al 2%), el obispo de Roma se hace portavoz de su deseo de colaborar con «sus hermanos y hermanas ortodoxos», que constituyen la mayoría de la antigua República soviética.
Este diálogo, desea el Papa, debe ampliarse a «todos los hombres de buena voluntad para edificar un futuro de libertad, de justicia y armonía social».
La princesa Khétévane, nacida en el exilio, en Francia, ofreció sus servicios como consejera al Patriarcado ortodoxo de Tiflis cuando tuvo lugar la visita a su país de Juan Pablo II en 1999.
En aquel viaje, el Papa rindió homenaje al «patrimonio cristiano» de Georgia y sirvió para promover las buenas relaciones entre católicos y ortodoxos, que experimentan dificultades en algunas regiones tras el derrumbe de la Unión Soviética.
Por último, el mensaje del Papa pide «un diálogo constructivo entre la Iglesia católica y las autoridades del gobierno para que se le asegure a la comunidad católica la protección legal en el ejercicio de su propia misión».
«La Iglesia católica en Georgia desea ofrecer su propia contribución al renacimiento espiritual de la nación y al progreso del bien común, no sólo cumpliendo con su específica misión religiosa, sino también a través de su compromiso de obras de caridad, con la promoción de intercambios culturales y con oportunidades educativas a favor de los jóvenes, que son el futuro de Georgia», afirma.