CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 14 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pasado serenamente su primera noche en el Vaticano después de los dieciocho días de hospitalización, y se prepara para la Semana Santa atendiendo a las cuestiones más importantes de la vida de la Santa Sede y de la Iglesia.

El regreso del pontífice a casa desde el Policlínico Agostino Gemelli en la tarde de este domingo, pudo seguirse gracias a un operador del Centro Televisivo Vaticano que acompañó al Santo Padre en el coche (un monovolumen) de color gris metalizado, cuando la oscuridad caía sobre la ciudad eterna.

El Papa, que iba junto al conductor para que pudiera ser visto por las personas que le esperaban a la salida del hospital, por las calles de Roma y a su llegada al Vaticano, parecía con más fuerzas que en días precedentes, aunque se puede ver que está más delgado y probado por la recuperación de la traqueotomía a la que fue sometido el 14 de febrero.

El obispo de Roma por el momento mantiene la cánula que se le introdujo tras la operación, para facilitarle la respiración. Serán los médicos quienes decidan cuánto tiempo tendrá que mantenerla. Este domingo, al rezar la oración mariana del Ángelus, demostró que puede hablar con fuerza y suficiente claridad.

En estos días, como aclaró este domingo Joaquín Navarro-Valls, Juan Pablo II «continuará su convalecencia». En el Vaticano, cuenta con una enfermería que permite ofrecer primeros auxilios en caso de necesidad y es seguido de cerca por los médicos y por las religiosas polacas que le atienden.

Antonio Cicchetti, director general del hospital Gemelli, explica que durante la estancia del Santo Padre en el policlínico «hemos tenido la sensación de ver a una persona que en su interior tiene una fuerza enorme, y que la transmite también a los demás».

«Para nosotros ha sido una gran satisfacción verle saludar a la gente desde la ventana. Nos impresionaban sus ganas de comunicar con las personas que venían al Gemelli para verle», añade en declaraciones transmitidas este lunes por «Radio Vaticano».

En la tarde de este domingo, sigue explicando Cicchetti, «pudimos constatar la tranquilidad con la que el Papa dejaba el hospital, con la que saludó a las personas, y las familiaridad --me atrevo a decir-- que se creó con el personal», concluye.

Ahora el Papa se prepara para las celebraciones de la Semana Santa, que comienzan el 20 de marzo, Domingo de Ramos. Por el momento, no se sabe cómo será su participación o presencia. Como reveló la Santa Sede el 8 de marzo, los ritos serán presididos en su nombre por cardenales de la Curia Romana.

El calendario anunciaba que el Papa impartirá la bendición «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo) el Domingo de Resurrección y no especifica quién presidirá el sugerente Vía Crucis del Coliseo en la noche del Viernes Santo. Podría hacerlo el Papa.

El próximo jueves seguirá por televisión el encuentro de los jóvenes de su diócesis, Roma, y de las diócesis circundantes, en la Basílica de San Juan de Letrán, una nueva etapa para la preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que tendrán lugar entre el 15 y el 21 de agosto en Colonia (Alemania).