ROMA, miércoles, 16 marzo 2005 (ZENIT.org).- Como cada año, el próximo 24 marzo se celebrará la Jornada de oración y ayuno en recuerdo de los misioneros muertos por el Evangelio.
La iniciativa, promovida en Italia desde 1993 por el Movimiento Juvenil Misionero de las Obras Misionales Pontificias, en los últimos años se está difundiendo en otros países y continentes. La fecha elegida es el 24 de marzo en aniversario del asesinato en 1980 de monseñor Óscar A. Romero, arzobispo de San Salvador.
El tema elegido para este Año de la Eucaristía, según informa la agencia misionera de la Santa Sede, «Fides», es «Pan partido para los hermanos». En esta ocasión, la Jornada coincide con el Jueves Santo.
En la Jornada de este año se recuerda la muerta violenta de quince misioneros, que durante el año 2004 dieron su vida en el desempeñó de su labor.
«Los misioneros mártires han dado la vida y han muerto a causa de la predicación del Evangelio «ad gentes», acogiendo en su vida la invitación de Jesús: «id pues y enseñad a todas las naciones» (Mateo 28,19)», afirma el subsidio preparado por las Obras Pontificias Misionales.
«Son numerosos lo seguidores de Cristo que han sido crucificados como Él –añade–. Todos han encontrado en la cruz de Cristo y en la celebración de la Eucaristía la fuerza para luchar, para llevar la Palabra que salva y que libera de toda forma de violencia y esclavitud, sirviendo en particular a los miembros más pobres y sufrientes de la humanidad».
La invitación a celebrar la Jornada se dirige a las comunidades parroquiales, a las comunidades religiosas, a los seminarios, a los grupos misioneros y juveniles, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Se invita a los enfermos y los que sufren a ofrecer sus sufrimientos en memoria de los misioneros mártires por la difusión del Evangelio «creando así una corriente de fuerza espiritual que apoye a los misioneros en la obra de evangelización y para pedir al Señor el don de nuevas vocaciones misioneras a la Iglesia».
Se sugiere visitar un lugar de dolor (por ejemplo, un hospital, un asilo, a enfermos que vivan solos, cárceles…) para compartir con quien sufre la vida de Cristo y «para recordarnos que la fuerza para el anuncio viene precisamente del sufrimiento y del sacrificio de muchas personas».
Invitar a comer, el domingo de Pascua 27 de abril, a un hermano o una hermana de un país extranjero, podría ser un signo viviente «del estilo de vida nueva que el Evangelio suscita en la comunidad», concluye el subsidio.