Destacó el papel de la Iglesia católica en Europa y en España y aseguró que «su vocación es seguir estando presente», para lo cual «lo único que necesita es la libertad, entendida en toda la totalidad del término».
Al afrontar la relación de la Iglesia con la comunidad política y la situación del ordenamiento jurídico, explicó que cuando éste tiene como referencia el bien moral, la Iglesia encuentra abundante espacio para ejercer libremente su misión.
Cuando no es así, «la Iglesia pierde también la libertad», señalando que la libertad religiosa está vinculada a la libertad de conciencia y si una sufre, sufren los demás derechos fundamentales.
El purpurado explicó que en el Estado social y democrático la Iglesia tiene por servicios «mostrar o ser signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona humana, recordar a los poderes políticos que los derechos del hombre son inalienables», la formación de los «criterios morales» de quienes la siguen, la acción caritativa y la acción cultural.