El Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Ecuador y Estados Unidos es un acuerdo mediante el cual se establecen reglas y normas con el fin de eliminar obstáculos al intercambio comercial.
«Los ecuatorianos, a los que se tiene distraídas por las tensiones políticas internas, no se les da ocasión de conocer y opinar sobre el TLC y a medir sus consecuencias para la vida de las personas y de la sociedad y muy particularmente para los más pobres», comienza diciendo una nota publicada por la oficina de prensa del episcopado este martes.
«El TLC no se limita a la liberalización del comercio sino que engloba muchos otros temas que afectan a la política fiscal y laboral, al gasto público, a la liberalización financiera, etc. De ahí la importancia de que haya una información adecuada a fin de que la sociedad aporte sus opiniones e iniciativas», añade el texto.
«La globalización, organizada en forma equilibrada puede aportar positivamente a la consolidación de la democracia y al desarrollo de la cultura, pero un mercado salvaje, bajo pretexto de competitividad agravará la brecha entre ricos y pobres y afectará al medio ambiente», indican el texto episcopal.
«El TLC es un desafío, al Estado y a la sociedad, a obrar inteligente y responsablemente, es una coyuntura para superar el subdesarrollo científico y fortalecer áreas tan sensibles como la agricultura y el empleo a la vez que preservar la identidad nacional», aclara el comunicado.
«La Conferencia Episcopal insiste en la responsabilidad de los actores políticos y sociales para que el TLC sea un camino hacia el desarrollo humano y hacia la equidad», concluye el texto.